¿Cómo son los ojos?
El ojo humano es un órgano cuya función consiste en recibir los rayos luminosos procedentes de los objetos y convertirlos en impulsos electroquímicos que son conducidos al cerebro, al centro nervioso de la visión.
Los ojos se componen de las siguientes partes:
- Iris: es la parte coloreada del ojo y controla la cantidad de luz que atraviesa la pupila, aumentando o disminuyendo su tamaño en función de su intensidad.
- Pupila: es la parte central del iris, por la que la luz pasa a través del cristalino. Se contrae o se dilata según la cantidad de luz.
- Cristalino: es una lente que permite enfocar el haz de luz hacia la retina.
- Córnea: es una de las zonas externas del ojo. Protege al cristalino y al iris y permite el paso de la luz, por eso es trasparente.
- Retina: es la parte del ojo sensible a la luz y está compuesta por dos tipos de células: los conos, cuya función es dar información sobre la nitidez y el color; y los bastones, que nos ayudan a percibir el brillo y el blanco y negro. La retina convierte los rayos de luz que recibe en energía eléctrica, que se transfiere al nervio óptico.
- Nervio óptico: es el encargado de conducir los impulsos eléctricos de los conos y los bastones al cerebro.
- Lóbulo occipital: es la parte del cerebro que convierte esa energía eléctrica en imagen.
- Conjuntiva: es una membrana delgada que cubre la superficie interna del párpado y la parte blanca del globo ocular (la esclerótica).
- Esclerótica: es la pared exterior blanca del ojo. Es un tejido fuerte y fibroso que se extiende desde la córnea (la sección frontal y transparente del ojo) hasta el nervio óptico en la parte posterior del ojo. La esclerótica le da su color blanco al ojo.
Las personas tienen una vista óptima cuando todos estos elementos funcionan correctamente. Si alguno de ellos falla, pueden producirse problemas típicos como miopía, hipermetropía, astigmatismo, presbicia (vista cansada) o cataratas, entre otros.
Por todo ello, el sentido de la vista y el estado de nuestros ojos es importantísimo, puesto que el 50% de la información que recibimos de nuestro entorno nos llega a través de ellos.
¿Qué es la conjuntivitis?
La conjuntivitis consiste en la inflamación de la conjuntiva, ese tejido fino y transparente que cubre el interior del párpado y la parte blanca del ojo. La conjuntiva, que contiene pequeños vasos sanguíneos, produce una sustancia viscosa para mantener húmeda y protegida la superficie del ojo. Cuando esta membrana mucosa se inflama, los vasos sanguíneos se hacen más grandes y visibles, lo que otorga al ojo un color rosado o rojizo, y puede provocar molestias, una mayor producción de legañas, etc. Estos signos de conjuntivitis pueden producirse en ambos ojos o sólo en uno de ellos.
Si bien la conjuntivitis es una afección leve y no suele provocar daños importantes, sí es importante tomar precauciones cuando se contrae, ya que la mayor parte de los casos son contagiosos.
¿A quién puede afectar la conjuntivitis?
La conjuntivitis es una dolencia común del ojo a nivel mundial que afecta tanto a adultos como a niños, aunque es más frecuente en los menores debido al estrecho contacto que mantienen con otros niños en las escuelas infantiles y guarderías, lo que facilita el contagio entre ellos.
¿Qué tipos de conjuntivitis hay?
En función de la causa, se distinguen varios tipos de conjuntivitis:
- Conjuntivitis vírica. Se produce cuando un virus, que puede ser de diferentes clases, infecta el ojo. Muchos de estos casos están asociados a infecciones de las vías respiratorias superiores o resfriados comunes. Por lo general, la infección comienza en un ojo y puede pasar al otro en los días siguientes. Se propaga fácil y rápidamente entre las personas, aunque suele ser leve y desaparece entre los siete y los catorce días, sin causar efectos a largo plazo.
- Conjuntivitis bacteriana. La conjuntivitis bacteriana está causada por la infección del ojo con bacterias como el estafilococo o el estreptococo. Es más infrecuente que los cuadros víricos. Puede contagiarse con facilidad y afectar a ambos ojos y también suele ser de carácter leve y curarse en pocos días o semanas.
- Conjuntivitis alérgica. Sucede cuando alérgenos como la caspa de las mascotas, el polen, el moho, los cosméticos o los ácaros del polvo provocan la inflamación de la conjuntiva. Suele afectar a ambos ojos y se presenta más habitualmente en personas que sufren otras afecciones de origen alérgico, como rinitis o asma. Este tipo de conjuntivitis no es contagiosa.
- Conjuntivitis química o irritativa. Está provocada por una sustancia química o un cuerpo extraño en el ojo que irritan o infectan la conjuntiva. Por ejemplo, el cloro de la piscina, el aire acondicionado o la contaminación ambiental causada por humos, gases o vapores de sustancias químicas. También el uso de lentes de contacto puede causarla, sobre todo si se duerme con ellas o no se limpian adecuadamente. Este tipo de conjuntivitis tampoco es contagiosa.
¿Cuáles son sus síntomas?
Aunque existen una serie de síntomas comunes, los signos de esta afección pueden variar en función del tipo de conjuntivitis y las causas que lo provocan. Según la Sociedad Española de Oftamología (SEO), los pacientes con conjuntivitis vírica suelen presentar los siguientes problemas:
- Ojo rojo con molestias como ardor y escozor.
- Aumento de las secreciones.
- Incremento de las legañas, sobre todo al despertarse.
- Aumento de la frecuencia del lagrimeo.
- Sensibilidad a la luz.
- En ocasiones, puede darse hinchazón en los párpados.
- A veces, se produce también la sensación de tener un cuerpo extraño en el ojo.
Estos síntomas pueden durar entre una y dos semanas, aunque la enfermedad puede tardar hasta un mes en desaparecer por completo. En el caso de la conjuntivitis bacteriana, las secreciones suelen ser más abundantes y espesas, y a menudo adquieren un color amarillo-verdoso. Los síntomas en este caso pueden durar desde dos días hasta tres semanas.
Por último, cuando se trata de una afección alérgica, uno de los signos principales es un picor intenso en el ojo, que aumenta al frotarse. En general, los síntomas en el ojo de este tipo de conjuntivitis son paralelos a los de la rinitis alérgica en la nariz.
¿La conjuntivitis es contagiosa?
Sí. Las conjuntivitis bacterianas, pero sobre todo las víricas, pueden propagarse con mucha facilidad, pues las partículas víricas son capaces de sobrevivir durante semanas en superficies secas como sábanas, almohadas, toallas o utensilios del baño. En este sentido, la SEO recuerda que las principales vías de contagio son el contacto directo con secreciones respiratorias y oculares, así como con las manos y el uso compartido de toallas para limpiarnos las manos. La infección puede ser esporádica o producirse en brotes epidémicos en centros de trabajo, escuelas, centros deportivos o piscinas.
¿Cómo se diagnostica?
Normalmente, la conjuntivitis se diagnostica de acuerdo a los síntomas, a los antecedentes del paciente y a un examen médico general del ojo. En raras ocasiones, pueden ser necesarias pruebas de laboratorios como tests de diagnóstico rápido o análisis de las secreciones, si se sospechan formas más graves de conjuntivitis víricas o bacterianas.
En el caso de la conjuntivitis alérgica, es preciso descartar otras enfermedades y confirmar con pruebas en piel o análisis de sangre que el paciente sufre alguna alergia y que ésta es la causante de la inflamación de la conjuntivitis. En ocasiones, basta con observar cuándo, cómo y por qué aparecen los síntomas. Por ejemplo, si se producen en primavera con la llegada del polen o ante el contacto con un animal doméstico.
¿Cómo se trata la conjuntivitis?
El tratamiento de esta afección del ojo varía también en función de la causa que la provoca, pero en general está enfocado a paliar los síntomas y prevenir complicaciones y contagios.
En el caso de la conjuntivitis vírica, es importante realizar lavados frecuentes del interior del ojo con una lágrima artificial –pequeños envases desechables de suero fisiológico- y aplicar compresas frías para disminuir la inflamación. Los antibióticos son útiles únicamente frente a la conjuntivitis bacteriana, por lo que el profesional puede recetarlos en este caso en forma de colirio o pomada para los ojos, además de la utilización de suero fisiológico y compresas frías para paliar la sequedad.
En el caso de variantes más graves de conjuntivitis vírica, como la conjuntivitis herpética, el especialista puede prescribir antivirales vía oral.
Por último, tanto en el caso de las conjuntivitis alérgicas como tóxicas o irritativas, es necesario evitar la exposición a los agentes externos que provocan la inflamación. Para la primera, el especialista puede prescribir también colirios antihistamínicos o ciclos cortos de corticoides.