¿Qué es la fatiga crónica?

El Síndrome de Fatiga Crónica o SFC, también denominado encefalomielitis miálgica o síndrome de fatiga crónica idiopática, es una enfermedad grave que se caracteriza por causar fatiga intensa, incapacitante y duradera -de seis o más meses de evolución-. Su origen es desconocido, ya que el cansancio no es consecuencia de un esfuerzo excesivo ni tiene una causa física o psicológica clara, aunque a veces los síntomas se inician tras una infección viral o bacteriana, depresiones o periodos de estrés mental.

Este tipo de fatiga debe diferenciarse de otros tipos de fatiga, como la fisiológica, la reactiva o la secundaria:

  • Fatiga fisiológica: es la que acontece tras un esfuerzo físico o mental y que desaparece tras un periodo de reposo.
  • Fatiga reactiva: la que aparece ante un desencadenante (por ejemplo, falta de sueño) y que mejora si el desencadenante desaparece.
  • Fatiga crónica secundaria: la que dura más de 6 meses pero tiene una causa identificable, como por ejemplo, una anemia, hipotiroidismo o cáncer.
  • Fatiga crónica idiopática: la duración es de más de 6 meses y sin causa evidenciable.

Además de fatiga grave que no se alivia descansando y que empeora con el reposo prolongado, esta enfermedad puede presentar síntomas como dolor y debilidad muscular, intolerancia al ejercicio físico, dificultad para dormir, mareos y disfunciones neurocognitivas como problemas de concentración, alteraciones de la memoria y dificultades para integrar nuevas informaciones. A veces, tras un esfuerzo, se produce un malestar que dura más de veinticuatro horas.

Todo ello puede limitar gravemente la funcionalidad física e intelectual de la persona con síndrome de fatiga crónica y reducir considerablemente su nivel de actividad en el día a día. No obstante, en algunos casos, el paciente es capaz de llevar una vida relativamente activa.

Hay que destacar que el Síndrome de Fatiga Crónica (SFC) no es una enfermedad convencional y aún no está bien reconocida o aceptada en algunos círculos médicos. Esto ocasiona que el paciente tenga que realizar un periplo por diversos especialistas hasta lograr su correcto diagnóstico. Como consecuencia, el malestar emocional del paciente aumenta, ya que puede llegar a sentirse cuestionado por su enfermedad o los síntomas que le provoca.

Aunque no existe un tratamiento con eficacia demostrada para curar este trastorno, la terapia cognitivo-conductual, el ejercicio físico progresivo y el uso de fármacos puede contribuir al alivio de los síntomas.


¿A quién afecta?

El síndrome de fatiga crónica es una enfermedad más habitual entre mujeres de 20 a 40 años que en hombres (en una relación 3:1), aunque pueden sufrirlo personas de ambos y sexos y de cualquier edad, incluidos niños.

En España, se desconoce la prevalencia real del síndrome de fatiga crónica, pero, según datos publicados por la revista Medicina Integral, diversos estudios epidemiológicos indican una prevalencia que oscila entre el 1% y el 10% por mil adultos en la población general.


¿Qué puede causar el síndrome de fatiga crónica?

En la actualidad, la causa del síndrome de fatiga crónica sigue siendo desconocida y también se ignora si lo provoca una o varias de ellas. Para algunos investigadores, podrían estar implicados los siguientes factores:

  • Infecciones de distintos gérmenes: podrían estar relacionadas infecciones por virus de Epstein-Barr, citomegalovirus, el virus del herpes, el de la hepatitis B, C, el de la poliomielitis y el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), aunque otros tipos de gérmenes como ciertas bacterias también pueden ser responsables. En cualquier caso, todavía no se ha hallado ninguna relación concluyente entre la infección por estos microorganismos y el síndrome de fatiga crónica.
  • Alteraciones del sistema inmunitario: podría estar relacionada con el síndrome de fatiga crónica una desregulación del sistema inmune, aunque no se conocen anomalías específicas de este síndrome. Tampoco existen pruebas de que esté causado por alergias, aunque estas son frecuentes en las personas con este trastorno.
  • Desequilibrios hormonales: las personas que padecen síndrome de fatiga crónica muestran, en ocasiones, niveles anormales en sangre de diversas hormonas producidas en el hipotálamo, la hipófisis o las glándulas suprarrenales.
  • Factores genéticos y medioambientales: parece ser que el síndrome de fatiga crónica es más frecuente en algunas familias y que puede existir una predisposición al trastorno, que luego desencadenará una combinación de factores. Periodos de estrés: también podrían estar relacionados con la aparición de esta enfermedad.
  • Trastornos de la salud mental: existe la hipótesis de que la fatiga crónica puede estar asociada a enfermedades psiquiátricas primarias como la depresión bipolar y la depresión mayor con síntomas psicóticos. Sin embargo, para otros expertos, está demostrado que este trastorno no está originado por causas de índole mental.

También podrían actuar como factores desencadenantes del síndrome de fatiga crónica una vacuna, una cirugía, una transfusión, lesiones o traumas físicos o emocionales, la exposición a agentes químicos o el posparto.


¿Qué síntomas tiene este síndrome?

En la actualidad, se acepta que un paciente presenta SFC cuando cumple una serie de criterios ampliamente aceptados por la comunidad médica internacional (denominados criterios de Fukuda). Como hemos dicho, el síntoma más significativo de este síndrome es fatiga intensa de al menos seis meses de duración (ya sea de forma persistente o intermitente). Además, el paciente debe presentar al menos cuatro de los siguientes criterios:

  • Trastornos de concentración o de memoria reciente.
  • Dificultad y/o dolor en la deglución de alimentos.
  • Adenopatías (ganglios inflamados) en cuello o axilas.
  • Dolor muscular (mialgia).
  • Dolor en articulaciones sin inflamación (poliartralgias).
  • Dolor de cabeza frecuente.
  • Sueño no reparador.
  • Malestar tras esfuerzos superior a 24 horas.

Así pues, un paciente con síndrome de fatiga crónica puede verse dificultado o limitado en su capacidad de llevar a cabo actividades cotidianas que antes eran habituales. Este cansancio no se alivia con el reposo, está presente desde el momento de despertarse por la mañana, persiste durante toda la jornada y suele empeorar con el esfuerzo físico o mental -lo que se conoce como malestar postesfuerzo-.

La persona afectada por SFC puede presentar dolores articulares -sin que haya inflamación ni enrojecimiento-, musculares y abdominales, de garganta y/o de cabeza, problemas digestivos como el síndrome del colon irritable y hormigueo en las manos, dificultad para concentrarse, pérdida de memoria y dificultad para dormir. También puede haber sensibilidad en los ganglios linfáticos, fiebre inferior a 37,5º y alergias o sensibilidad a alimentos, olores o sustancias químicas.

Por otra parte, la amplitud y variedad de los síntomas, su cronicidad y la imposibilidad de identificar la causa llevan a que sea difícil gestionar psicológicamente el síndrome de fatiga crónica. A menudo, existen sentimientos de ira y frustración y la depresión es común entre quienes lo padecen, sobre todo, cuando empeoran los síntomas. Esto se agrava, como hemos comentado, por el desgaste que supone para el paciente dar con un diagnóstico certero.


¿Cómo se trata el síndrome de fatiga crónica?

Por el momento, no existe ningún tratamiento cuya eficacia para curar el síndrome de fatiga crónica haya sido demostrada, pero sí pueden aplicarse algunas opciones enfocadas a reducir la fatiga y el dolor y a aumentar los niveles de actividad de la persona en su día a día:

  • Terapia cognitivo-conductual: estas sesiones de psicoterapia se recomiendan únicamente para tratar que los pacientes redirijan sus pensamientos desalentadores asociados a una enfermedad crónica.
Los pacientes de este trastorno pueden ver limitadas sus actividades del día a día.
  • Ejercicio físico progresivo: recientes revisiones de algunas guías (NICE) para pacientes de esta dolencia concluyen que los programas de actividad física deben considerarse solo en circunstancias específicas y para algunos pacientes. En todo caso, podría valorarse, y siempre bajo estricta supervisión médica y de un especialista en fisioterapia, la introducción de ejercicios aeróbicos en función de la tolerancia del paciente.
  • Tratamiento farmacológico: se tratan los síntomas específicos como el dolor, la depresión y la falta de sueño con medicamentos como antiinflamatorios no esteroides, gluco o mineralocorticoides, antidepresivos y ansiolíticos. Los antibióticos, antivirales, preparados iónicos, vitamínicos y energéticos no han demostrado ser eficaces.

Cómo convivir con el síndrome de fatiga crónica:

Las siguientes recomendaciones pueden contribuir a mitigar los síntomas y aumentar la calidad de vida de las personas con este trastorno:

  • 1.Dosifica tus esfuerzos en el día a día.
    Lleva un patrón de vida ordenado y reorganiza tus actividades cotidianas para no realizar sobreesfuerzos y también evitar el descanso excesivo.
  • 2. Aliméntate de una manera equilibrada.
    Es decir, procura seguir una dieta variada y que te aporte todos los nutrientes y líquidos necesarios para el buen funcionamiento de tu organismo.
  • 3. Cuida tus hábitos de sueño.
    Establece un horario regular para irte a dormir y levantarte y evita las siestas de más de veinte minutos. Cena de manera ligera y, en las horas previas a acostarte, mejor que evites el café, los cítricos, el tabaco, el alcohol y el ejercicio intenso.
  • 4. Controla tu nivel de estrés.
    Dentro de lo posible, evita cualquier factor físico o emocional que pueda aumentar tu tensión muscular y ansiedad. Puede resultar muy útil anotar qué vivencias empeoran los síntomas, así como aprender técnicas de relajación y respiración.
  • 5. Realiza ejercicio físico únicamente si te lo recomienda tu médico y siempre adaptado a tus necesidades.
    Recientes revisiones de algunas guías (NICE) para pacientes concluyen que los programas de actividad física deben considerarse solo en circunstancias específicas siempre bajo estricta supervisión médica y de un especialista en fisioterapia. Por tanto, según cada paciente, podría valorarse la práctica de ciertas actividades aeróbicas de baja intensidad como pasear o montar en bicicleta en llano.
  • 6. En caso de disfunciones neurocognitivas, evita el sobreesfuerzo mental.
    En tu tiempo de ocio, elige actividades sencillas como ver la televisión, escuchar música, realizar manualidades o puzles de piezas grandes y ve aumentando poco a poco la complejidad de las tareas. Si te gusta leer, opta por libros con letras grandes y espaciado amplio entre líneas.
  • 7. Considera la opción de participar en grupos de apoyo.
    Conocer a otras personas con síndrome de fatiga crónica puede ayudarte a sentirte comprendido y gestionar mejor tu enfermedad.

LO SABES TODO DE LA DIABETES?

Los síntomas de la diabetes suelen ser y presentarse de forma muy sutil. De forma general estos síntomas que explicamos a continuación aparecen en todos los tipos de diabetes, no obstante, al tratarse de enfermedades distintas también hay ciertas diferencias. 

En primer lugar, la diabetes tipo 1 presenta síntomas muy característicos como sed excesiva, orina frecuente, pérdida de peso, etc. Estos indicios en ocasiones no se presentan y el diagnóstico puede verse atrasado en el tiempo e incluso pasar por alto. 

El inicio de la diabetes tipo 2 suele ser lento y su presentación habitual no lleva una aguda alteración metabólica por ello a menudo hay un largo período de enfermedad sin síntomas aparentes. Hasta más de un tercio de los casos de diabetes tipo 2 en la población pueden no diagnosticarse porque pueden permanecer sin síntomas durante muchos años. 

Por otro lado, ciertos síntomas de la diabetes suelen confundirse con los síntomas del embarazo, por lo que la diabetes gestacionalpasa desapercibida. Por ello es muy importante realizar una prueba para detectar la diabetes gestacional (que está incluida dentro del cuidado normal prenatal). 

 

Tener mucha sed

Habitual en diabetes tipo 1 y tipo 2. El exceso de glucosa en sangre provoca que los riñones trabajen más de lo normal para filtrar y absorber la glucosa. Cuando los riñones no pueden seguir el ritmo, la glucosa se elimina a través de la orina y arrastra líquidos de los tejidos, deshidratando el cuerpo. Esto provoca una sed excesiva.

Deseo frecuente de orinar

Debido a esta sed, las personas con diabetes aumentan el consumo de agua lo que provoca un incremento del número de veces de ir al baño. Este síntoma también es habitual tanto en la diabetes tipo 1 como en la tipo 2.

Fatiga extrema inexplicable

Los hidratos de carbono (glucosa, azúcares) son transformados, dentro de las células, en fuente de energía necesaria. La hiperglucemia deteriora la capacidad de nuestro cuerpo para utilizar esta glucosa y cubrir las necesidades energéticas. Lo que se traduce en cansancio. También es habitual en la tipo 1 y 2.

Visión borrosa

La hiperglucemia en sangre extrae líquido de los tejidos, incluido los cristalinos de los ojos. Esto afecta a la capacidad de visión. La diabetes mal tratada y controlada puede causar problemas de visión a largo plazo e incluso ceguera. Habitual en la diabetes tipo 1 y 2.

Pérdida de peso

Al eliminar glucosa a través de la micción, también pierdes calorías. Además, la diabetes, en especial la tipo 1, puede impedir que la glucosa de los alimentos lleguen a las células, provocando hambre constante. Ambos hechos pueden causar un rápido adelgazamiento. 

Hambre constante

También se conoce como polifagia. Parte del exceso de azúcar en sangre se expulsa en la orina, lo que significa que se queman más calorías (energía). Por este motivo la persona siente mucha hambre y come grandes cantidades de alimentos para compensar esa pérdida de calorías.

Irritabilidad o cambios de humor

Los niveles de glucosa en sangre pueden afectar al estado de ánimo y contribuir a cambios de humor. Puede notar cómo con unos niveles muy altos o bajos afectan a su estado mental. Cuidar de la salud mental es igual de importante que hacerlo de la salud física. 

Heridas que no sanan

Es más común en la diabetes tipo 2. Un nivel alto de glucosa en sangre genera un flujo sanguíneo deficiente lo que perjudica el proceso de curación natural del cuerpo. Además, esto puede generar úlceras de curación lenta, especialmente en los pies. 

Otros síntomas

Existen otros síntomas como dolor en el estómago, náuseas y/o vómitos, encías rojas, inflamadas y sensibles, hormigueo en manos y pies, etc.

Complicaciones de la diabetes

Existen dos tipos de complicaciones, por un lado las complicaciones agudas, que son aquellas que surgen rápidamente, y por otro, las crónicas, que surgen con el transcurso de los años.

COMPLICACIONES AGUDAS

Cetoacidosis diabética (CAD)

La cetoacidosis diabética tiene lugar cuando el cuerpo comienza a descomponer grasa demasiado rápido. El hígado transforma esta grasa en un impulsor llamado cetona que hace que la sangre se vuelva ácida.  La CAD surge si el diagnóstico de la diabetes tipo 1 se retrasa o por un incorrecto control de la glucosa. Esta complicación requiere tratamiento profesional. 

 

Estados hiperglucémico hiperosmolar (EHH)

El estado hiperglucémico hiperosmolar (EHH) puede parecer inofensivo pero nada más lejos de la realidad. Puede evolucionar en una gran deshidratación y pérdida de electrolitos.  Es necesario un tratamiento minucioso y un buen diagnóstico. Las causas son múltiples, aunque las más frecuentes son infecciones. Suelen padecer personas de mayor edad, y personas con enfermedades crónicas. 

 

Hipoglucemia

Una hipoglucemia ocurre cuando se presentan niveles muy bajos de glucosa en sangre (por debajo de 50 mg/dl). Puede dar lugar como consecuencia de ejercicio físico no habitual o sobreesfuerzo, diarreas, vómitos o una presencia insuficiente de hidratos de carbono.  Si la hipoglucemia es leve, puede tratarse con carbohidratos de acción rápida. Pero si estamos ante un caso de hipoglucemia grave, la persona necesita asistencia externa y se requiere un tratamiento con glucagón o dextrosa o glucosa intravenosa.

 
 

COMPLICACIONES CRÓNICAS

Lesión nerviosa o vascular y pie diabético

Unos niveles altos de glucosa en sangre pueden dañar los capilares que alimentan los nervios, especialmente el de las piernas.  Esto se traduce en un posible hormigueo, entumecimiento, dolor que comienza en la punta de los dedos y se prolonga hacia arriba.  El pie diabético afecta entre 40 y 60 millones de personas con diabetes en el mundo. Las úlceras crónicas y las amputaciones derivadas reducen en gran medida la calidad de vida de las personas con diabetes y aumentan el riesgo de muerte prematura.

 

Retinopatía diabética

Esta patología puede causar daño en los vasos sanguíneos de la retina, derivando en ciertos casos en ceguera. También es probable la aparición de otros trastornos graves de vista como glaucoma, cataratas, visión doble e incapacidad de enfoque.

 

Complicaciones en el embarazo

La diabetes gestacional está relacionada con diversas complicaciones en el embarazo. Por un lado, las mujeres que lo padecen tienen mayor predisposición a desarrollar diabetes tipo 2, sobre todo de tres a seis años después del parto.
Además, la exposición a la hiperglucemia en el útero predispone a los niños a desarrollar sobrepeso u obesidad, que a su vez produce resistencia a la insulina y posible desarrollo de diabetes tipo 2. 

 

Enfermedades cardiovasculares

La diabetes está relacionada directamente con el desarrollo de enfermedades cardiovasculares como anginas de pecho, ataque cardíaco, accidente cerebrovascular, estrechamiento de las arterias y presión arterial alta.

 

Nefropatía diabética

El sistema renal, los riñones, es bastante complejo con millones de vasos sanguíneos que filtran los desechos de la sangre. La diabetes puede afectar a este sistema de filtración. En el peor de los casos, se puede derivar a una enfermedad renal irreversible que requiera diálisis o trasplante de riñón.

 

Diabetes y salud bucal

Esta patología afecta a todos los tejidos blandos y duros que rodean los dientes. Las personas con diabetes (en especial aquellas que no la gestionan adecuadamente) tienen la posibilidad de experimentar dentición temprana, gingivitis en niños y adolescentes, progreso acelerado de descomposición irreversible de encías blandas y duras (periodontitis), infección de la mandíbula, pérdida de dientes, cáncer bucal, menor flujo salival, etc.Enfermedades cardiovasculares.

 
 

Manteniendo tu diabetes controlada, podrás prevenir todas estas complicaciones y mejorarás muchísimo tu calidad de vida.

Las complicaciones de la diabetes pueden verse disminuidas considerablemente con un buen control de los niveles de glucosa en sangre y con un profesional que te guíe en el cuidado.

Con los avances tecnológicos de hoy día no hay motivo para alarmarse: el enfermo de diabetes puede llevar una vida sana y normal.

Todo sobre el BRUXISMO

¿Qué tipos de bruxismo hay?

El bruxismo es el hábito involuntario de rechinar o apretar los dientes superiores con los inferiores  sin propósitos funcionales.

Se trata de un problema creciente en la sociedad actual, debido al ritmo de vida cada vez más intenso, lo que aumenta el estrés y la tensión emocional que sufre el paciente. De hecho, puede convertirse en un trastorno crónico que curse con periodos de exacerbación en periodos de mayor estrés académico o laboral.


¿Qué tipos de bruxismo hay?

El bruxismo puede ser:

  • Bruxismo diurno o de la vigilia: se produce durante el día. En este caso, se tiende a apretar los dientes, pero raramente a rechinarlos,
  • Bruxismo nocturno o del sueño: se produce de noche y suelen coincidir ambas actividades, apretar y rechinar los dientes.

En muchos casos, ambos tipos coexisten.

Además, el bruxismo puede clasificarse en:

  • Céntrico: Se da apretamiento de las dos estructuras dentales sin movimiento mandibular lateral.
  • Excéntrico: Se produce rechinamiento o frotamiento de unos dientes contra otros. Puede ser nocturno o diurno, aunque se produce generalmente durante el sueño.

 

 

 

¿Quién lo padece?

De acuerdo a datos de la Sociedad Española del Sueño (SES), el bruxismo de vigilia podría afectar a entre un 22% y un 31% de la población general, con un leve predominio en las mujeres. En cambio, el bruxismo del sueño lo sufren hombres y mujeres por igual y afectaría a un 8,2% de la población.

Suele producirse la remisión espontánea de este problema después de los 40 años, aunque también puede desaparecer solo en cualquier momento. En todo caso, según la SES, el bruxismo disminuye con la edad y, después de los 65 años, el porcentaje de incidencia se reduce significativamente hasta alcanzar a sólo el 3% de los mayores.


¿Qué causa el bruxismo?

No parece haber una causa única que provoque este trastorno, sino que su origen puede deberse a múltiples factores:

  • La edad: el bruxismo es común en niños, aunque suele desaparecer con los años.
  • Factores genéticos y familiares o hereditarios.
  • Sufrir alteraciones en la oclusión dentaria y/o anormalidades articulares y óseas.
  • Sufrir desórdenes mandibulares.
  • Sufrir estrés, ansiedad o problemas de personalidad.
  • Padecer trastornos del sueño y/o apnea.
  • Fumar o consumir cafeína o alcohol.
  • El abuso de drogas como la cocaína o las anfetaminas.

 

 

 

 

¿Cuáles son sus síntomas?

Aunque a menudo la persona afectada por bruxismo no es consciente de ellos, este trastorno puede provocar signos y/o síntomas como los siguientes:

  • Desgaste de la estructura dental, especialmente en los bordes de incisivos y caninos, así como en las cúspides de molares y premolares.
  • Lesiones en forma de cuña a nivel de la encía de algunos dientes.
  • Movilidad dental.
  • Sensación de «notar los dientes» al levantarse por la mañana.
  • Dolor en la musculatura que interviene en la masticación.
  • Trastornos en las articulaciones mandibulares como dificultad al abrir la boca, ruidos o chasquidos en la apertura o el cierre.
  • Dolores de cabeza, especialmente en la región temporal, a ambos lados de la cabeza en ocasiones al despertar.
  • Recesión gingival (alejamiento de la encía del diente).
  • Sensibilidad dental con el frío o el dulce.

¿Cómo se diagnostica el bruxismo?

El diagnóstico del bruxismo se realiza mediante una valoración clínica en la que se recopilan los síntomas expresados por el paciente y  los signos de la afección que este manifiesta.
Se debe tener en cuenta que no existe un solo signo o síntoma que implique la presencia del problema, sino que deben considerarse todos los parámetros implicados: desgaste dental, dolor de cabeza, dolor muscular y/o ruidos articulares.


¿Cómo se trata?

El tratamiento del bruxismo varía en función de su causa, pues puede estar asociado, además de a aspectos morfológicos, a alteraciones del sueño o de la conducta o al estrés ambiental y emocional. Por este motivo, puede ser necesario un tratamiento protésico, un enfoque protésico-periodontal o un enfoque multidisciplinario que puede llegar a incluir medidas  de índole psiquiátrico o conductuales.

En general, el tratamiento más extendido es el uso de una férula de desprogramación o de descarga, una placa de acrílico rígida que se sitúa en la estructura superior o en la inferior, elaborada y ajustada a la medida del paciente. Aunque esta férula no evita el apretamiento de dientes, sí alivia los signos y síntomas que produce y evita el desgaste de los dientes.

En casos muy avanzados, en los que se ha producido un desgaste muy severo de los dientes, pueden ser necesarios tratamientos odontológicos restauradores.

 

Diez consejos para aliviar el bruxismo

Aunque el bruxismo se produce de manera involuntaria, existen diversos hábitos que pueden ayudar al paciente a prevenirlo o mitigar sus síntomas:

  • 1. Planta cara al estrés.
    Este es uno de los principales factores que puede originar o empeorar el problema, por lo que es conveniente tratar de mantener la calma en las situaciones complicadas y que te vayas a dormir relajado. Te puede ayudar a conseguirlo aprender técnicas de relajación y respiración y practicar actividades como el yoga, el taichí o la meditación.
  • 2. Trata de mantener tu cara y tu mandíbula relajadas.
    Aunque la mayoría de las veces se aprietan o rechinan los dientes sin que nos percatemos de ello, intenta realizar el esfuerzo consciente de relajar tus músculos faciales y mandibulares durante el día, hasta que se convierta en un hábito.
  • 3. Evita movimientos que irriten la articulación mandibular.
    Por ejemplo, no masques chicle ni te comas las uñas.
  • 4. Realiza estiramientos regularmente.
    Aprender y practicar ejercicios de estiramiento fisioterapéuticos puede ayudarte también a recuperar la acción de los músculos y articulaciones a cada lado de la cabeza, lo cual te ayudará a mitigar los síntomas.
  • 5. Date masajes en el cuello, los hombros y cara.
    Busca en ellos los nódulos pequeños y dolorosos, conocidos puntos desencadenantes, que pueden provocarte  molestias y dolor en estas zonas del cuerpo
  • 6. Aplícate calor en las articulaciones.
    Te ayudará a aliviar la inflamación. Aplicar hielo en los músculos de la mandíbula también puede ser eficaz.
  • 7. Usa pasta de dientes para dientes sensibles.
    Puede ayudarte aliviar algunos de los síntomas del bruxismo como la sensibilidad con el frío o el dulce.
  • 8. Duerme en la postura adecuada.
    Mejor, boca arriba y usar una almohada cervical te puede ayudar a  relajar la musculatura de la mandíbula.
  • 9. No te quites la férula durante la noche.
    Al principio del tratamiento, es normal que notes presión en los dientes, pero es importante que mantengas la férula puesta durante toda la noche e, incluso, que la utilices durante el día en momentos de estrés.
  • 10. Acude a revisiones periódicas a tu odontólogo.
    Si padeces bruxismo, es necesario que tu dentista realice un seguimiento del tratamiento. En caso de que no padezcas ningún problema concreto, también es recomendable hacerse una revisión al menos una vez al año.

La mascarilla y los problemas de piel.

Las mascarillas, tras la pandemia por coronavirus, han llegado para quedarse una buena temporada entre nosotros. Con ellas pueden aparecer una serie de problemas en la piel derivadas de su uso y del roce que provocan, en los que influye el calor y que pueden ser más o menos importantes en función del tipo de piel. 

“La piel no está acostumbrada a llevar la mascarilla tanto tiempo. Así que ésta tiene un efecto de roce en la nariz o en las mejillas, además de mantener unas condiciones de calor y de humedad que provoca que no haya una buena oxigenación en la zona”, 

Ese efecto oclusivo de la mascarilla que produce roce, el calor y la falta de oxigenación genera un efecto de agresión sobre el manto hidrolipídico (la capa superficial de la piel), que sirve de protección y de barrera y que está formada por grasas y agua. Ese efecto, provocado por las mascarillas de todos los tipos, produce un exceso de sequedad que se traduce en una piel más reactiva, más sensible y que es más susceptible de presentar descamacioneseccemas, irritaciones, alergias -de forma rara- e infecciones.  

En el caso de pieles mixtas o grasas la agresión provoca que las glándulas pilosebáceas segreguen más sebo para proteger a la piel, y que aparezcan rojeces, granitos o acné si se ha producido una sobreinfección.

Además, todas aquéllas personas que ya tengan una piel sensible o con enfermedades de base como el acné, la dermatitis seborréica o la rosácea, pueden sufrir un agravamiento. 

José Manuel Carrascosa, portavoz de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), recomienda elegir para la población general las mascarillas quirúrgicas, que son menos oclusivas, aunque todo dependerá de las necesidades de la persona, y si se puede conviene airear la piel siempre que sea posible. Asimismo, si un tipo o una marca en concreto produce problemas lo mejor será probar otras de las muchas que hay en el mercado.

Carrascosa añade que las mascarillas también pueden producir irritación en la zona de las orejas. Por otro lado, “las mascarillas de mayor protección que se utilizan en ámbitos profesionales y que se llevan durante muchas horas también pueden provocar erosiones y heridas en el dorso de la nariz”. 

¿Qué cuidados hay que realizar?

Puesto que el uso de mascarillas es obligatorio en lugares públicos siempre que no se pueda mantener la distancia social de dos metros, ¿hay que limpiar más la piel al quitarla? ¿O acaso hay que hacerlo menos? ¿Y con qué productos?

Lizondo afirma que es esencial limpiar la piel para contrarrestar la falta de oxigenación de la piel “sometida a ese aire viciado y a temperaturas muy elevadas”. ¿Cuáles son los puntos claves? Realizar la limpieza de la piel, aplicar antioxidantes especialmente por la mañana e ingredientes regeneradores por la noche.

Para limpiar la piel es conveniente hacerlo con agentes muy suaves, con limpiadores no jabonosos, como agua micelar o con alguna loción. Y después aumentar la hidratación con ingredientes calmantes, como podría ser el extracto de caléndula, e hidratantes en profundidad, como la alantoína, el pantenol, la urea, el ácido hialurónico… Además, conviene añadir por la noche regeneradores y cicatrizantes, como los extractos de centella asiática, o los serum con factores de crecimiento que se encargan de regenerar la piel, e incluso con aloe vera. Todo ello con el objetivo de mantener en forma el manto hidrolipídico.. 

El uso de la vitamina C por las mañanas y por las noches también se recomendaría dado su gran poder antioxidante y su acción contra los radicales libres. “La agresión sobre la piel, sobre todo si es muy seca, la sensiblizará aún más y la hará más vulnerable a los radicales radicales libres”.

“En pacientes con enfermedades de la piel, como dermatitis seborréica, dermatitis atópica, o acné, puede ser necesario intensificar el tratamiento y realizar una visita adicional al médico de familia o al dermatólogo para evitar que se agrave”, añade Carrascosa, quien recomienda en estos casos evitar el maquillaje. 

Otra cosa que, según Carrascosa, conviene evitar son las mascarillas exfoliantes, los productos con ácido glicólico o retinoico, aunque, como siempre, las recomendaciones deben ser individualizadas por un profesional. 

¿Hay que limpiar la piel cada vez que la notamos grasa?

No es raro salir a la calle con la mascarilla puesta y regresar a casa con rojeces o con una sensación de piel sucia o muy grasa. Y en ese caso, ¿realizamos de nuevo la limpieza de la piel? Lizondo expone que es muy posible que se esté realizando una limpieza demasiado frecuente de la piel. “Al hacerlo, aunque sea con jabones muy suaves, se termina por arrastrar la grasa de cobertura de la piel”.

De ahí que la recomendación se mantenga en limpiar la piel por la mañana y por la noche. Eso sí, “si se nota que se produce un exceso de grasa habría que retirarlo, y eso podría realizarse “con brumas que hidraten o productos muy hidratantes pero más ligeros”.  De hecho, Lizondo recomienda retirar esa grasa en las pieles mixtas o grasas y renovar la hidratación en las pieles secas, en las que hay que extremar también la limpieza. 

Protección solar y mascarillas

Parece claro que las mascarillas cubren más la cara frente a las radiaciones ultravioletas que llevarla destapada, sin embargo, no hay estudios que avalen hasta qué punto pueden ofrecer protección frente al sol. Lo que no hay que hacer es olvidar que el cuello, las orejas o la frente, que siguen al descubierto y, por tanto, no hay que olvidar utilizar fotoprotección

No obstante, Lizondo recomienda también aplicarla en la zona cubierta por la mascarilla porque ésta en algunos momentos puede no llevarse puesta. “Hemos salido a la calle justo en verano cuando la radiación es más fuerte y el cuerpo no se ha acostumbrado a la radiación progresivamente como ocurre otras primaveras. Por eso, usemos siempre protección solar y este año más que nunca”. 

Conviene recordar que si va a haber exposición solar prolongada es conveniente aplicar la protección solar y “escoger un excipiente fluido y fácil de extender. Que no sea muy oclusivo ni hidroalchólico porque al poner la mascarilla el efecto de irritación se puede potenciar”, añade Carrascosa.

Estrés y piel

Pero más allá del efecto de calor, humedad y roce de la mascarilla, de su uso, de la pandemia, del confinamiento y de todo lo que el 2020 ha traído consigo, lo que sí ha aumentado es el nivel de estrés en muchas personas y eso, también tiene su reflejo en la piel.

“Ese estrés hace que se activen vías inflamatorias. Y los problemas cutáneos que ya se sufrían de base se descontrolan”, y eso se ve en la aparición de canas, de acné, de rosácea, de dermatitis seborréica, de otros tipos de dermatitis, de brotes de psoriasis, de la caída del cabello o de la aparición de alopecia. “Estamos alterando nuestra piel por dentro y por fuera”, dice Lizondo

Pero aparte de problemas puntuales o que requieran tratamiento, el estrés produce un envejecimiento prematuro de la piel que puede no verse en los próximos días, pero que sí tendrá su reflejo a largo plazo. ¿Qué signos produce el envejecimiento prematuro?   

  • Piel más apagada, 

  • Piel sin tono

  • Signos de fatiga: arrugas de expresión de la frente, en el contorno de los ojos, en el surco nasogeniano, ojeras…

  • Reducción en la producción de colágeno y elastina, que se resolverá en la aparición de flacidez… 

5 claves para un buen otoño

Nos encontramos en otoño, una estación del año que se caracteriza por tener días más cortos, por una temperatura más fresca y por su clima, más lluvioso. Todo ello, produce algunos cambios que pueden tener consecuencias en nuestra salud, tanto física como mental.

Consejos saludables para el otoño

Para que podamos disfrutar saludablemente en esta estación, pon en práctica estos consejos:

1.       Aumenta tus defensas 

Con el frío y la lluvia, es recomendable aumentar nuestras defensas para estar preparados ante resfriados y gripes estacionales.

Para ello, nada mejor que cuidar la alimentación y apostar por una dieta en la que se reduzca la cantidad de grasa, ya que está demostrado que disminuye la capacidad de respuesta del sistema inmunológico.

Basa la alimentación en frutas, vegetales y verduras, que son excelentes fuentes de vitaminas y minerales.

También es recomendable el consumo de alimentos de temporada, como es el caso de las setas, higos, puerros, calabaza o berenjenas, que son excelentes fuentes de vitaminas y minerales antioxidantes.

Por último, es fundamental ingerir alimentos ricos en hierro para fortalecer el sistema inmunológico y evitar la aparición de anemia. Éste se encuentra, principalmente, en legumbres, huevos, pescado, hígado, carnes y vegetales, como espinacas y acelgas.

2.       Relájate y disfruta

El otoño, con sus colores apagados, días cada vez más cortos y lluvia, es una estación del año que puede afectar negativamente a nuestro estado de ánimo.

Para que estos cambios se afronten de manera positiva, relájate y disfruta de los beneficios que también nos ofrece esta estación del año.

Para ello, es imprescindible no abandonarse a la apatía y llevar a cabo actividades que te hagan sentir bien: disfrutar de un viaje, de aquello que realmente te gusta…

En este sentido, es aconsejable estimular la creatividad: escribir, pintar, leer, escuchar música, etc. Disfruta de esos momentos de paz y tranquilidad, lo que, seguramente, te ayudará a  estar calmado y bien contigo mismo y con los demás.

3.       Duerme

Dormir bien contribuye a sentirse mejor, más positivo y a gozar de buena salud. 

Para ayudarte a tener un buen descanso, recuerda estos dos consejos: no te vayas a la cama con el estómago lleno, ya que esto provocará que tu temperatura corporal ascienda y el nivel de azúcar en tu sangre suba, lo que te dificultará conciliar el sueño, y procura no tomar café más tarde de las 15:00.

4.       Haz deporte

El deporte es una actividad indispensable en nuestro día a día, que contribuye a la mejora de nuestra salud, a dormir mejor y a encontrarnos bien psicológicamente. 

Para realizar deporte en otoño, ten en cuenta estos consejos:

  • Abrígate bien: antes de salir a practicar deporte es conveniente abrigarse, principalmente las partes más delicadas y expuestas de nuestro cuerpo: cuello, pecho, tobillos y muñecas.
  • Aumenta el tiempo de estiramiento y calentamiento: durante el otoño, es conveniente dedicar más tiempo a estas dos actividades.
  • Lleva ropa de repuesto: en los días especialmente fríos, es aconsejable llevar prendas de repuesto para quitarnos la que tengamos mojada.

5.       Cuida tu salud y el medio ambiente

En otoño, la llegada del frío afecta e irrita las vías respiratorias, modificando su funcionamiento y haciéndolas más susceptibles a infecciones y a cambios en las mucosas.

Por ello, en otoño debemos ser especialmente precavidos con los resfriados, catarros y gripes, para lo que es aconsejable, entre varias recomendaciones, llevar prendas adecuadas de abrigo, lavarse bien las manos o estar descansado y relajado.

En caso de notar síntomas, existen medicamentos que pueden contribuir  a paliar estos efectos y que nos ayudarán a encontrarnos mejor.

LAS PICADURAS de VERANO

Llega el verano y con él las molestas picaduras. Las picaduras en general suponen un problema o molestia menor, aunque nunca deben subestimarse ya que su efecto dependerá mucho de la persona, especialmente si está sensibilizada.

CUIDADO CON ABEJAS Y AVISPAS

Abejas y avispas inyectan un veneno que contiene una mezcla de sustancias que provocan una reacción normalmente local y limitada.

Tras una picadura de abejas o avispas se produce una reacción en la piel que generalmente es de corta duración, con enrenrojecimiento e hinchazón alrededor del sitio de la picadura, dolor más o menos intenso dependiendo del lugar seguido de picor, de unas pocas horas de duración, aunque en algunas ocasiones puede durar más tiempo.

En individuos sanos, una sola picadura no suele tener mayores problemas. Pero hay que preveer complicaciones en casos especiales:

  • Picaduras bucofaríngeas que pueden producir obstrucción respiratoria.
  • Picaduras múltiples (más de 50 – 100) que pueden producir nauseas, diarrea, convulsiones y coma.
  • Posible reacción anafiláctica con dificultad para respirar y mareos, que necesitan atención médica inmediata y puede darse en personas alérgicas con una simple picadura.

Cómo se tratan estas picaduras

La primera medida si se trata de una picadura de abeja es extraer  el aguijón con cuidado para que no se extienda el veneno, lavar el área afectada con agua y usar un antiséptico.

Puede aplicarse calor local (las toxinas son termolábiles), antihistamínicos por vía oral y algún corticoide tópico para disminuir la inflamación. Si el dolor es intenso se puede administrar un analgésico.

Si una persona ha tenido alguna vez una picadura de avispa o abeja que haya desencadenado una reacción más grave con dolor e hinchazón que pueden alcanzar 10 cm de diámetro y tardar días en desaparecer, es bastante posible que tenga alergia al veneno de estos insectos.

En caso de alergia a avispas o abejas se debe llevar siempre encima un antihistamínico o adrenalina para poder administrarse en caso de picadura. De igual forma es conveniente llevar una placa que identifique el riesgo.

LOS MOLESTOS MOSQUITOS

Los mosquitos son los insectos que más picaduras producen, sobre todo en verano, atacando generalmente desde el comienzo del crepúsculo hasta la salida del sol.

Las picaduras de mosquitos son causadas por las hembras, que  se alimentan de la sangre para obtener una proteína que necesitan para madurar sus huevos.

Cuando nos pica un mosquito inyecta saliva en la piel. Las proteínas de la saliva, desencadenan una reacción del sistema inmune que resulta en la característica picazón e inflamación en forma de ronchas que dura unos días.

Si aparecen signos y síntomas más serios, tales como fiebre, dolor de cabeza, áreas grandes de inflamación y dolores en el cuerpo, puede tratarse de una reacción alérgica, en cuyo caso es conveniente contactar con el médico.

Tratamiento

  • El calor localizado en la picadura desnaturaliza las proteínas de la picadura y evita que la inflamación se transfiera a otras áreas.
  • El frío reducirá la inflamación e insensibilizará los nervios.
  • El mecanismo de acción del amoniaco en el alivio local sintomático del prurito ocasionado por picaduras de insectos se basa en su capacidad para modificar el pH de la piel. El amoniaco neutraliza o destruye el ácido de la toxina para evitar que se desencadene la hinchazón y el picor.
  • Lociones con aloe vera o calamina alivian el picor.
  • Los antihistamínicos tópicos eliminan el picor pero pueden ser fotosensibilizantes. Es mejor en caso necesario usarlos vía oral.
  • En casos más severos, el médico puede prescribir corticoesteroides tópicos.

Como prevenir las picaduras

Hay recomendaciones que se pueden seguir para evitar en lo posible las picaduras de los mosquitos:

  • Usar ropa que cubra la piel.
  • Evitar el uso de colonias, jabones o lociones aromáticas en el exterior.
  • Utilizar mosquiteras.
  • Usar repelentes de mosquitos a base de aceites esenciales (citronella), DEET (N,N,Dietil-3-Metilbenzamida), citrodiol etc, dependiendo de la edad.

PICADURAS DE MEDUSA

La presencia de medusas en nuestras costas se convierte en un hecho frecuente, sobre todo en verano.

Las medusas pueden llegar flotando hasta las mismas playas, y la picadura suele producirse tras el contacto accidental con la medusa o al intentarla coger de forma voluntaria.

Esta picadura produce una gran sensación de dolor y prurito (picor intenso), seguida de una inflamación de la zona afectada, con enrojecimiento y aparición de vesículas en el lugar en el que se produjo.

De manera más rara y en personas especialmente sensibles a estas picaduras la sintomatología puede ser de mayor gravedad, y cursar con nauseas, vómitos convulsiones y algún otro síntoma de importancia.

Tratamiento

  • Retirar todo resto de tentáculos urticantes (que producen comezón o picor), protéjase bien las manos, pues las estructuras urticantes pueden perforar los guantes.
  • Neutralice el veneno con una aplicación continua de alcohol, y posteriormente limpiar la piel con agua salada o suero fisiológico. Nunca deberemos usar agua dulce, ya que podrá romper las células urticantes, sufriendo otra picadura.
  • Durante 15 minutos aproximadamente deberemos aplicar frío a la zona afectada, no aplicar el hielo directamente sobre la picadura, sino cubierto con algún paño o toalla.
  • Se puede valorar el uso de antiinflamatorios por vía oral y corticoides tópicos para disminuir el picor y la inflamación.
  • Si el dolor es muy intenso o el estado de la víctima empeora, deberá acudir a un centro médico de inmediato.

ANTE UNA PICADURA, ¿CUÁNDO ACUDIR AL MÉDICO?

Vaya al médico si alguien con una picadura está presentando los siguientes síntomas:

  • Dificultad para respirar, respiración entrecortada o sibilante.
  • Hinchazón en cualquier parte de la cara o en la boca.
  • Opresión en la garganta o dificultad para deglutir.
  • Sensación de debilidad.

10 falsos mitos sobre la salud en verano

Pero, ¿son todos ciertos? A continuación te contamos diez falsos mitos sobre la salud en verano.

1. Las personas mayores necesitan beber más líquidos
Para evitar golpes de calor, los expertos siempre recomiendan beber más líquidos al día. Sin embargo, en el caso de las personas mayores es algo con lo que hay que tener especial cuidado, ya que tienen menos capacidad de sudoración y un exceso de líquidos puede provocar problemas de riñones o edemas.

2. No es necesario utilizar gafas de sol si está nublado
Aunque no haga sol, la radiación solar está siempre presente. En los días en los que hay nubes altas, la radiación ultravioleta sólo se atenúa ligeramente, por lo que hay que protegerse bien los ojos.

3. La orina alivia las picaduras de las medusas
Muchas playas españolas reciben en verano a unos indeseados visitantes, las medusas. Sus picaduras, muy molestas, intentan calmarse de muchas maneras. Una creencia extendida que puede hacerse mediante la orina. Pero está demostrado que no sirve para nada. En cambio, se recomienda lavar la picadura con vinagre. No es aconsejable lavar la picadura con agua dulce.

4. El golpe de calor solo se sufre si se está al sol
El llamado golpe de calor puede llegar en cualquier lugar con altas temperaturas, esté iluminado en esos momentos o no. Las temperaturas elevadas pueden causar deshidratación, mareos e incluso asfixia. Ante esta situación, lo más recomendable es alejarse de ese lugar, refrescarse y recuperar poco a poco el estado anterior.

5. Las bebidas energizantes son las mejores para reponerse del ejercicio
Este tipo de bebidas estimulantes previenen una caída de tensión en caso de hacer ejercicio, pero su consumo posterior en exceso puede causar taquicardias y circunstancias anómalas en el ritmo cardíaco, puesto que al ser estimulantes pueden llevar el corazón a una actividad no experimentada anteriormente.

6. En verano se necesitan menos horas de sueño
Algunas personas sienten que en verano duermen menos, aunque eso no sea del todo así. El ejercicio, la dieta o el estrés de las vacaciones son factores que influyen en las horas de sueño. Aunque en esta época del año la gente suele madrugar más y echarse más la siesta, también se trasnocha más.

7. Si tienes muchos lunares no tomes el sol
Los riesgos de contraer cáncer de piel ha contribuido a establecer esta creencia. Aunque la incidencia del melanoma ha aumentado y los médicos han ampliado las recomendaciones y precauciones a tomar para evitar este tipo de cáncer, lo cierto es que las personas que posean lunares no tienen porqué rehuir el sol. Los beneficios de la exposición solar están recomendados para las personas, siempre que se tome con cuidado y sin excesos.

8. El pie de atleta afecta a deportistas o a personas con poca higiene
En verano se multiplican las visitas a las piscinas y con ellas la posibilidad de padecer hongos. Esto ocurre si no utilizamos chanclas en la piscina, especialmente en los bordes del agua, donde se crean charcos que son un caldo de cultivo para los microorganismos.

9. El bronceado es sinónimo de piel protegida
A veces se suele escuchar frases como «si estás moreno el sol no te daña». No es verdad. A menudo, un bronceado muy excesivo puede ser síntoma de un daño causado a la piel por una exposición al sol muy extendida en el tiempo, por lo que conviene consultar con un dermatólogo si apreciamos algo inusual en nuestra piel.

10. Los días de sol mejoran la psoriasis
Aunque si es cierto que el agua del mar puede ayudar a eliminar algunas de las escamas que aparecen con la psoriasis, el sol en exceso puede ser perjudicial para la piel de las personas que sufren esta enfermedad ya que favorece el envejecimiento cutáneo.

10 cosas que debes hacer para llevar una vida sana

Modificar la lista de la compra

El tránsito a una vida más saludable comienza por cambiar los hábitos de consumo. Lo principal, olvidarte de los productos procesados. La dieta debe incorporar productos frescos. Si son de temporada mejor, así te aseguras que no han sido sometidos a procesos químicos de maduración o crecimiento. Además, al proceder de un cultivo más natural, se conservan y se potencian las propiedades y los nutrientes propios de cada alimento. En caso de que consumas carne y pescado opta por las alternativas que tengan menos grasas.

Incorporar vegetales

Frutas, verduras, hortalizas, legumbres son alimentos que debemos incorporar en nuestra dieta. Cada día debemos ingerir uno o varios de los productos que integran este grupo alimenticio. Poseen un gran poder antioxidante que proporciona importantes beneficios a nuestro organismo. También aportan un importante nivel de minerales, fibra y vitaminas que resultan imprescindibles para el desarrollo de nuestro cuerpo.

Incorpora nuevas recetas

Para poder sacar el máximo partido posible a los nutrientes que aportan los alimentos hay que aprender a cocinar. Hoy todo un mundo de posibilidades más allá de los fritos, rebozados y estofados. La cocina al vapor, a la plancha o al horno  son técnicas con las que se ahorran muchas calorías al no incluir aceites y grasas. También ayudará a no llevar una rutina alimenticia monótona y aburrida.

Incrementa el consumo de agua

vida sana

Aunque parezca mentira una de las cosas que más perjudican a nuestro cuerpo es la cantidad de calorías que injerimos cuando bebemos. Se deben reducir el consumo de bebidas hipercalóricas como el alcohol o los refresco. Puede estar bien beberlas de vez en cuando, pero de ningún modo deben estar de forma continuada y repetida en nuestro día a día. El agua debe ser la principal bebida. El agua ayuda a eliminar las toxinas de nuestro cuerpo. Además hidrata y nutre las células.

Aumentar los niveles de fibra

La fibra ayuda a regular el tránsito intestinal, produce sensación de saciedad y ayuda a controlar los niveles de azúcar en sangre. Incrementar los niveles de fibra en la dieta hará que nuestro organismo funcione mejor.

Disminuye la sal y el azúcar

Cuando vayas a comprar productos para tu despensa debes analizar sus componentes nutricionales. La sal y el azúcar suele estar presente en la mayor parte de los alimentos precocinados. La propia Organización Mundial de la Salud ha ido disminuyendo con el paso de los años la cantidad de azúcar recomendable. Seguir una dieta con un alto contenido en sal y azúcar está vinculado con enfermedades como la hipertensión y la obesidad.

 Rebaja los niveles de estrés

En ocasiones puede parecer imposible, pero hay que intentarlo. Una vida sana exige llevar una vida más relajada. Las exigencias laborales a veces nos introduce en un bucle de ansiedad del que es difícil salir. Entrar en este punto puede provocar un cansancio que tiende a cronificarse. Hay muchas técnicas para ayudar a reducir estos niveles de estrés. Ejercicios de relajación, de respiración, técnicas como el yoga o el pilates ayudan a tener una mayor conexión con el cuerpo y favorecen la disminución de los niveles de estrés.

Duerme el tiempo necesario

Llevar una vida sana exige llevar un adecuado régimen de descanso. Tener una rutina a la hora de dormir es básico para recuperarse de la actividad diaria. Lo óptimo es descansar entre 7 y 8 horas al día. Aunque está muy presente en gran parte de los hogares, acostarse viendo la televisión no es recomendable puesto que son estímulos que distraen el sueño. En esta recomendación puedes sustituir televisión por teléfono móvil, tablet o pc. En la calidad del descanso también incide la calidad del colchón. Un colchón de mala calidad puede provocarnos problemas corporales.

Abandonar la vida sedentaria

Lo de quedarse tumbado en el sofá o en la cama se debe suprimir. Pasear, usar las escaleras en lugar del ascensor, ir a trabajar en bicicleta o a pie….parecen cosas irrelevantes pero ir incorporando poco a poco un nivel mayor de actividad física nos hacen abandonar poco a poco y llevar una vida sana.

Hacer ejercicio diario Lo recomendable es hacer unos 30 minutos diarios de ejercicio. Si no estás acostumbrado empieza por algo que te guste y con una intensidad media. La actividad física nos proporciona una sensación de bienestar. Acompañado con una buena dieta es la clave para iniciar el tránsito hacia una vida más saludable.

Diarrea del viajero, causas y consejos…

El problema típico de viajes exóticos

Los viajes de aventura o a países exóticos pueden convertirse en experiencias inolvidables, aunque no siempre por los mejores motivos. En este tipo de destinos, nos acecha siempre el riesgo de contraer la diarrea del viajero, el problema de salud que afecta con más frecuencia al turista y que puede llegar a arruinar las vacaciones. De hecho, según el Ministerio de Sanidad, puede afectar a más del 80% de los viajeros que se desplazan a destinos de alto riesgo, si bien en otras fuentes se estima que el porcentaje está entre un 30% y un 70% de viajeros, según las características y la duración del viaje.

La diarrea del viajero (DV) es un síndrome clínico vinculado al consumo de agua o alimentos contaminados que se produce durante un viaje o poco después. Según la Asociación de Médicos de Sanidad Exterior (AMSE), los agentes que, en la mayoría de los casos, producen la infección son normalmente bacterias, aunque también pueden causarla virus intestinales. En muy pocos casos, la diarrea del viajero es provocada por un parásito, aunque suele producirse a más largo plazo.

Causas: condiciones higiénico-sanitarias deficientes

Suele afectar más a menudo a los viajeros procedentes de áreas en los que las condiciones higiénico-sanitarias y las infraestructuras para el control de la seguridad alimentaria son buenas, cuando se desplazan a países que sufren deficiencias en este ámbito, ya que de estas depende la seguridad de los alimentos, las bebidas y el agua que se consumen.

Lógicamente, el riesgo es mayor cuando se viaja de manera más aventurera que en los viajes organizados con estancias en hoteles. También aumentará en función de su duración y de la zona del mundo a la que se viaje: el riesgo más elevado se da en Asia, Oriente Medio, África, México, América Central y América del Sur, mientas que desciende en Europa del Este, el sur de África y algunas islas del Caribe. Es mínimo en muchos países de Europa, Estados Unidos, Canadá, Australia o Japón, aunque es posible contraer la diarrea del viajero en cualquier lugar.

De igual modo, el tipo de turismo también es un factor que influye en su aparición, según la Fundación Española del Aparato Digestivo. El turismo de playa, por ejemplo, en un complejo turístico tiene una menor incidencia que el tour en grupo organizado.

Otros aspectos que influyen en la diarrea del viajero son el tipo de hotel elegido (sus condiciones higiénicas y el lugar donde se desarrollan las comidas) o la estación del año en la que se viaje (se dan más casos en verano).

Por último, hay que tener en cuenta las características del viajero: son más vulnerables los niños los ancianos, las embarazadas, los jóvenes entre 15 a 30 años, las personas inmunodeprimidas o con patología inflamatoria intestinal, los pacientes que toman un tipo de medicamentos llamados antiácidos y los sometidos a cirugías gástricas.

¿Cuáles son los síntomas de la diarrea del viajero?

El principal síntoma de este síndrome es el comienzo repentino deposiciones frecuentes de heces blandas -al menos, cuatro al día- y la necesidad urgente de defecar. Esta diarrea puede ir acompañada de ruidos intestinales, náuseas, vómitos, dolor abdominal, calambres y fiebreLa aparición de fiebre y sangre o moco en las heces son criterios de gravedad. Los síntomas suelen manifestarse de doce a setenta y dos horas después de que se hayan ingerido los alimentos o agua contaminados.

Siempre que aparezca sangre o moco en las heces, haya fiebre alta, los vómitos y el dolor abdominal persistan o la deshidratación sea grave, el viajero debe buscar atención médica.

Evitar la deshidratación es la medida más importante para combatirla

Una vez que aparece la diarrea del viajero, normalmente, se trata de un trastorno leve, que se cura por sí solo en tres o cinco días. Para evitar la deshidratación, que es el mayor riesgo asociado, se han de tomar abundantes líquidos, que deben ser seguros, como agua embotellada o que antes haya sido hervida o desinfectada. En general, siendo el cuadro leve, no hará falta tomar preparados específicos.

Sí que, en algunos casos, sobre todo cuando la diarrea afecta a niños, a ancianos y a pacientes crónicos es conveniente recurrir a sales de rehidratación oral. Si no se dispone de sobres de rehidratación oral, se puede preparar una solución casera con un litro de agua (segura, embotellada o hervida), a la que se añade una pizca de sal, otra de bicarbonato sódico, dos cucharadas soperas de azúcar y el zumo de un limón.

Es importante saber cuánta la cantidad de líquido se debe ingerir, en función de la edad. Una pauta orientativa en este sentido puede ser la siguiente:

  • En niños menores de dos años: entre un cuarto y medio vaso después de cada deposición líquida hasta completar medio litro al día.
  • En niños de entre dos y 10 años: de medio a un vaso después de cada deposición hasta llegar a, aproximadamente, un litro al día.
  • En niños a partir de 10 años y en personas adultas: beber líquidos hasta completar, aproximadamente, unos dos litros al día.

En cualquier caso, siempre es mejor mantener un equilibrio entre ofrecer el líquido y no forzar, máxime cuando existan vómitos asociados. En ese caso, habrá que esperar a que ceda el vómito y ofrecer después el líquido en pequeñas cantidades, cada poco tiempo.

Por otro lado, y al contrario de lo que se suele pensar, hay que seguir ingiriendo alimentos sólidos. No se debe dejar de comer, pero, preferiblemente, se han de elegir alimentos suaves fáciles de digerir como sopa, patatas hervidas, arroz cocido, pescado blanco o pollo a la plancha. La manzana rallada o asada, los plátanos y las tostadas de pan blanco también son adecuados cuando se padece diarrea del viajero. En cambio, los lácteos deben evitarse.

En el caso de los lactantes, no se debe interrumpir la lactancia, sino que realizar tomas más a menudo ayudará al bebé a evitar la deshidratación, además de alimentarle.

¿Hay que tomar medicación ante la diarrea del viajero?

En casos de diarreas leves o moderadas, pueden ser útiles los fármacos antidiarreicos, aunque estos no están indicados si hay fiebre o sangre en las heces, así como en niños y en personas que sufran colitis ulcerosa.

Aunque no es habitual, si la diarrea se prolonga durante una o más semanas, si se trata de una diarrea grave (con sangre en heces, fiebre alta o un gran número de deposiciones diarias) o en el caso de personas inmunodeprimidas o con enfermedades inflamatorias intestinales, puede ser necesario recurrir a los antibióticos. No obstante, estos medicamentos no deben tomarse de manera preventiva de manera generalizada, debido a sus efectos secundarios y a que se estaría fomentando la resistencia de las bacterias a estos medicamentos. Además, podrían proporcionar una falsa sensación de seguridad que lleve a reducir el nivel de alerta respecto a las normas de higiene.

Hay que consultar con el médico sobre la posibilidad de incluir estos dos tipos de medicamentos en el botiquín de viaje y en la dosificación adecuada a cada paciente, si estuviera indicada.

10 Consejos para prevenir la diarrea del viajero

Si queremos disfrutar plenamente de las vacaciones, debemos adoptar determinadas precauciones cuando bebamos agua o tomemos alimentos durante nuestros viajes. Las mujeres embarazadas, los niños, ancianos y las personas con un sistema inmunitario deficiente deben ser especialmente prudentes:

  • 1. Ve solo a restaurantes que cumplan las condiciones higiénicas.
  • El riesgo suele ser mayor en aquellos que sirven buffet o comida rápida.
  • 2. No compres bebida o comida a los vendedores ambulantes.
  • Sobre todo, si las sirven a granel y/o sin envasar, pues la higiene y seguridad de estos alimentos no está garantizada.
  • 3. Toma los alimentos bien cocinados y preparados recientemente.
  • Las verduras deben estar cocidas y servirse muy calientes, al igual que la carne, el pescado y el marisco. En los restaurantes, evita también las ensaladas, los zumos y las frutas preparadas y peladas. Toma las piezas enteras y pela tú mismo las que te vayas a comer.
  • 4. No tomes salsas que se sirvan en envases abiertos que se dejan sobre la mesa.
  • Ten cuidado también con los picantes y condimentos fuertes a los que no estés acostumbrado.
  • 5. Bebe solo agua o bebidas embotelladas.
  • No tomes agua del grifo ni siquiera la uses para lavarte los dientes. Sí puedes tomar bebidas preparadas con agua hervida como café, té u otras infusiones, pero solo si te las sirven muy calientes. Toma solo cubitos de hielo que se hayan preparado con agua hervida o embotellada.
  • 6. Si tienes dudas sobre la potabilidad del agua, esterilízala.
  • Puedes hervirla o añadirle unas gotas de lejía común (ten en cuenta que la dosis requerida variará según la presentación del preparado o preparados de yodo). En caso de un viaje de aventura largo, puedes llevar contigo un equipo portátil de desinfección.
  • 7. No tomes leche, ni productos lácteos (incluyendo helados) que no hayan sido pasteurizados.
  • Solo el proceso de pasteurización -que calienta la leche a altas temperaturas- garantiza que estén libre de bacterias. Tampoco ingieras alimentos preparados con huevo crudo (por ejemplo, mayonesa).
  • 8. Lávate las manos con frecuencia.
  • Sobre todo, antes de cocinar y comer o después de ir al baño. Usa para ello jabón o, en caso de que no haya agua, con gel hidroalcohólico. Cuando acabes, sécatelas bien, no deben quedarse húmedas.
  • 9. Evita el baño en aguas no seguras.
  • Por ejemplo, en piscinas, arroyos o lagos. Al ducharte o bañarte, cierra la boca y no tragues agua.
  • 10. Sé previsor y consulta a tu médico antes de viajar.
  • Comenta con tu médico el viaje que vas a realizar, porque podría indicarte algunos medicamentos e instrucciones para su correcta utilización en caso de necesidad y según el destino. Si fuera necesario, podría remitirte con carácter previo al Centro de Vacunación Internacional, ya que, si bien en general, no hay vacunas para los gérmenes causantes de las diarreas del viajero más frecuentes, sí que algunas de ellas pueden prevenirse mediante vacunas. De igual modo, al preparar tu botiquín de viaje, adquiere en la farmacia sales de rehidratación oral de fácil preparación en el destino, ya que te permitirán reponer los líquidos y las sales minerales en caso de que sufras diarrea del viajero.

Ahogamiento…

Con la llegada del verano, una de las actividades más frecuentes en nuestro tiempo de ocio es acudir a las playas, piscinas y distintas zonas de baño, como ríos o embalses. Se trata de lugares de disfrute y diversión, pero no podemos olvidar que el medio acuático también entraña riesgos. De hecho, en 2018 se produjeron en España 373 muertes por ahogamiento, según recoge el Informe Nacional de Ahogamientos publicado por la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo (RFESS).

¿Qué medidas de prevención debemos tener en cuenta?

En el caso de las playas, la primera medida de prevención pasa por tener en cuenta el color de la bandera que indica el estado de la mar.
Debemos saber qué significa cada color, aunque hay que tener en cuenta que no es un código internacional:

  • Bandera verde: el baño está permitido y no existe ningún riesgo especial.
  • Bandera amarilla: exige cierta precaución. El baño está permitido, pero con limitaciones. No se debe perder de vista a los niños, pues las corrientes pueden resultar peligrosas y llevarnos mar adentro sin que nos demos cuenta. Es importante recordar que con bandera amarilla está prohibido el baño en las zonas donde no hacemos pie.
  • Bandera roja: el baño está prohibido. Es el momento de disfrutar de la playa haciendo castillos de arena o paseando por la orilla.
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Por otro lado, tanto en playas como en piscinas, se aconseja aplicar con los más pequeños la regla conocida como 10/20: vigilar a los niños cada 10 segundos y no permanecer alejados de ellos una distancia que cueste más de 20 segundos recorrer.

También es una medida preventiva atender las indicaciones de los socorristas. En este sentido, cabe recordar que estos profesionales son los responsables de las instalaciones y de mantener la seguridad, pero su misión no es cuidar de los niños en los lugares de baño.

Por otro lado, es recomendable ducharse antes de entrar en la piscina o sumergirse poco a poco si estamos en otra zona de baño, como una playa, río o pantano, con el fin de adaptar nuestro cuerpo a una bajada de temperatura. Esto es fundamental si queremos evitar el conocido como “corte de digestión”. Esta situación, más que relacionada con el aparato digestivo, es consecuencia de un cambio de temperatura que sufre el cuerpo, en este caso por la inmersión en el agua. Si se produce fuera del agua, esta reacción se denomina síncope: la persona queda inconsciente, por lo que es necesario comprobar si respira y si responde a estímulos. Si ocurre dentro del agua, el estado de inconsciencia se produce en un medio donde no se puede respirar. Esta circunstancia, llamada hidrocución, no tiene por tanto nada ver con la digestión, sino con un cambio brusco de temperatura. De hecho, es más fácil sufrir una hidrocución tras pasar unas horas al sol que por meterse en el agua sin que hayan transcurrido dos horas tras comer.

La primera pauta es garantizar la seguridad del paciente

Pese a las precauciones y a la vigilancia, los ahogamientos se producen, por lo que conviene conocer las pautas de actuación ante estas situaciones.
Además de mantener la calma, el objetivo prioritario es garantizar la seguridad de las personas implicadas. En este sentido, la primera regla que debemos recordar es la conducta PAS, siglas de:

  • Proteger: hay que tener en cuenta la autoprotección, es decir, que nosotros estemos seguros para poder ayudar con garantía a la víctima.
  • Alertar/Avisar: debemos dar aviso al 112. Además de poner en alerta a los servicios de urgencias sanitarias, los operadores del 112 nos irán indicando los pasos que debemos seguir mientras llegan los profesionales sanitarios.
  • Socorrer: aunque pueda sorprender, iniciar la asistencia en sí es el último paso, con el fin de asegurar que la atención sea de la máxima seguridad y eficiencia posible.

¿Qué pasos seguir ante un ahogamiento?

Siempre que nos encontremos a una persona inconsciente en el agua, la actuación prioritaria será mantener libre la vía aérea (nariz y boca). Si estamos en la orilla, el primer paso es alejarla del agua y situarla boca arriba. Si nos ocurre dentro del agua, resulta prioritario garantizar nuestra seguridad (la P de proteger de PAS) y a continuación, sí, tratar de mantener las vías aéreas libres de la persona afectada y pedir ayuda.

Una vez que la persona ha sido rescatada del agua, debemos comprobar que la zona a la que la hemos trasladado es segura, tanto para ella como para nosotros. A continuación, procederemos de la siguiente manera y en este orden:

  1. Comprobaremos si la víctima responde a estímulos, que pueden ser:
  • Auditivos: le hablamos, preguntamos cómo se encuentra.
  • Táctiles: le tocamos suavemente.
  • Dolorosos: basta con presionar en la zona blanca de la uña.

2. Nos podemos encontrar con dos opciones:

  • La víctima SÍ responde:
    -Si podemos hablar con ella, le preguntaremos cómo se encuentra y, si es necesario, avisaremos al 112 para hablar con un profesional sanitario.
    -Si no puede hablar, pero se mueve al aplicarle un estímulo, por ejemplo, doloroso, avisaremos 112.
  • La víctima NO responde.
    -Pediremos ayuda a otras personas que se encuentren próximas. También deberemos avisar al 112 activando el “manos libres” de nuestro teléfono para seguir las indicaciones que nos haga el operador.
    Comprobaremos si la persona respira. Para ello, deberemos abrir sus vías aéreas con el fin de facilitar la respiración si fuera posible. Para lograrlo, se emplea la maniobra frente-mentón (colocamos una mano en el mentón y otra en la frente con la que movemos la cabeza hacia atrás de manera que la boca quede abierta y el cuello, extendido). Esta maniobra consigue que la lengua no bloquee la vía aérea y facilitamos así que la víctima pueda respirar. Cabe recordar que la lengua no se traga, sino que se relaja e impide el paso correcto del aire a los pulmones. Por tanto, es suficiente con realizar esta maniobra y no es necesario estirar de la lengua de la víctima.
    -Para comprobar la respiración, aplicaremos la maniobra VOS (Vemos, Oímos, Sentimos), acercando nuestro oído a la boca y mirando hacia el pecho de la víctima. Esta comprobación no debe llevar más de 10 segundos.
    -Si respira:
    Llamaremos al 112 (si no lo hemos hecho antes) y avisaremos de que tenemos una persona inconsciente y respirando.
    Pondremos a la víctima en Posición Lateral de Seguridad (PLS).
    Comprobaremos constantemente que la víctima sigue respirando.
    -No respira:
    Si hay alguien que nos acompaña, debe llamar al 112 (si no lo hemos hecho ya) informando de la situación y pidiendo que nos indiquen el lugar más próximo donde podemos encontrar un Desfibrilador Semiautomático (DESA).
    Si estamos solos, podríamos alejarnos de la víctima durante 2 minutos para pedir ayuda, salvo que sea un niño (menor de 8-10 años). En ese caso, comenzaremos inmediatamente la reanimación cardiopulmonar (RCP).
    Cuando la víctima ha sufrido ahogamiento, iniciamos las maniobras de RCP con cinco ventilaciones mediante el “boca a boca”.
    A continuación, procedemos con el masaje cardiaco, que se lleva a cabo colocando nuestras manos entrelazadas sobre el centro del pecho, a un ritmo de 110 compresiones por minuto.
    Tras aplicar 30 compresiones, se detiene el masaje el menor tiempo posible y se procede a ventilar con el “boca a boca” en dos ocasiones (las 5 ventilaciones son solo al principio). Para ventilar:
    Movemos la cabeza con la maniobra frente-mentón. 
    Pinzamos la nariz con los dedos pulgar e índice.
    Sellamos su boca con la nuestra. 
    Llenamos sus pulmones con aire que nosotros le exhalaremos durante un segundo más o menos.
    Dejamos que los pulmones se vacíen, despinzando la nariz (menos de un segundo).
    Repetimos la ventilación una segunda vez.
    Reanudamos el masaje siguiendo el ciclo de 30 compresiones y 2 ventilaciones. Este ciclo debe mantenerse hasta que:
    -Estemos agotados.
    -La víctima responda.
    -Llegue ayuda especializada.
    Si nos llega un DESA, tras encenderlo seguiremos los pasos que nos vaya indicando en cuanto a colocación de electrodos, interrupción del masaje cardiaco y activación de la descarga.

Estos pasos, recogidos en las recomendaciones del Consejo Europeo de Resucitación (ERC por sus siglas en inglés) de 2015 con las actualizaciones de 2018, se pueden resumir en el siguiente esquema:

No responde–>No respira–>112–>30:2

Y si nos surgen dudas, recordemos:
“No sé si responde”–> No responde.
“No sé si respira”–>No respira.
“Parece que está convulsionando”–>Información fundamental para transmitir al operador del 112.