Con la llegada del verano, una de las actividades más frecuentes en nuestro tiempo de ocio es acudir a las playas, piscinas y distintas zonas de baño, como ríos o embalses. Se trata de lugares de disfrute y diversión, pero no podemos olvidar que el medio acuático también entraña riesgos. De hecho, en 2018 se produjeron en España 373 muertes por ahogamiento, según recoge el Informe Nacional de Ahogamientos publicado por la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo (RFESS).
¿Qué medidas de prevención debemos tener en cuenta?
En el caso de las playas, la primera medida de prevención pasa por tener en cuenta el color de la bandera que indica el estado de la mar.
Debemos saber qué significa cada color, aunque hay que tener en cuenta que no es un código internacional:
- Bandera verde: el baño está permitido y no existe ningún riesgo especial.
- Bandera amarilla: exige cierta precaución. El baño está permitido, pero con limitaciones. No se debe perder de vista a los niños, pues las corrientes pueden resultar peligrosas y llevarnos mar adentro sin que nos demos cuenta. Es importante recordar que con bandera amarilla está prohibido el baño en las zonas donde no hacemos pie.
- Bandera roja: el baño está prohibido. Es el momento de disfrutar de la playa haciendo castillos de arena o paseando por la orilla.
Por otro lado, tanto en playas como en piscinas, se aconseja aplicar con los más pequeños la regla conocida como 10/20: vigilar a los niños cada 10 segundos y no permanecer alejados de ellos una distancia que cueste más de 20 segundos recorrer.
También es una medida preventiva atender las indicaciones de los socorristas. En este sentido, cabe recordar que estos profesionales son los responsables de las instalaciones y de mantener la seguridad, pero su misión no es cuidar de los niños en los lugares de baño.
Por otro lado, es recomendable ducharse antes de entrar en la piscina o sumergirse poco a poco si estamos en otra zona de baño, como una playa, río o pantano, con el fin de adaptar nuestro cuerpo a una bajada de temperatura. Esto es fundamental si queremos evitar el conocido como “corte de digestión”. Esta situación, más que relacionada con el aparato digestivo, es consecuencia de un cambio de temperatura que sufre el cuerpo, en este caso por la inmersión en el agua. Si se produce fuera del agua, esta reacción se denomina síncope: la persona queda inconsciente, por lo que es necesario comprobar si respira y si responde a estímulos. Si ocurre dentro del agua, el estado de inconsciencia se produce en un medio donde no se puede respirar. Esta circunstancia, llamada hidrocución, no tiene por tanto nada ver con la digestión, sino con un cambio brusco de temperatura. De hecho, es más fácil sufrir una hidrocución tras pasar unas horas al sol que por meterse en el agua sin que hayan transcurrido dos horas tras comer.
La primera pauta es garantizar la seguridad del paciente
Pese a las precauciones y a la vigilancia, los ahogamientos se producen, por lo que conviene conocer las pautas de actuación ante estas situaciones.
Además de mantener la calma, el objetivo prioritario es garantizar la seguridad de las personas implicadas. En este sentido, la primera regla que debemos recordar es la conducta PAS, siglas de:
- Proteger: hay que tener en cuenta la autoprotección, es decir, que nosotros estemos seguros para poder ayudar con garantía a la víctima.
- Alertar/Avisar: debemos dar aviso al 112. Además de poner en alerta a los servicios de urgencias sanitarias, los operadores del 112 nos irán indicando los pasos que debemos seguir mientras llegan los profesionales sanitarios.
- Socorrer: aunque pueda sorprender, iniciar la asistencia en sí es el último paso, con el fin de asegurar que la atención sea de la máxima seguridad y eficiencia posible.
¿Qué pasos seguir ante un ahogamiento?
Siempre que nos encontremos a una persona inconsciente en el agua, la actuación prioritaria será mantener libre la vía aérea (nariz y boca). Si estamos en la orilla, el primer paso es alejarla del agua y situarla boca arriba. Si nos ocurre dentro del agua, resulta prioritario garantizar nuestra seguridad (la P de proteger de PAS) y a continuación, sí, tratar de mantener las vías aéreas libres de la persona afectada y pedir ayuda.
Una vez que la persona ha sido rescatada del agua, debemos comprobar que la zona a la que la hemos trasladado es segura, tanto para ella como para nosotros. A continuación, procederemos de la siguiente manera y en este orden:
- Comprobaremos si la víctima responde a estímulos, que pueden ser:
- Auditivos: le hablamos, preguntamos cómo se encuentra.
- Táctiles: le tocamos suavemente.
- Dolorosos: basta con presionar en la zona blanca de la uña.
2. Nos podemos encontrar con dos opciones:
- La víctima SÍ responde:
-Si podemos hablar con ella, le preguntaremos cómo se encuentra y, si es necesario, avisaremos al 112 para hablar con un profesional sanitario.
-Si no puede hablar, pero se mueve al aplicarle un estímulo, por ejemplo, doloroso, avisaremos 112. - La víctima NO responde.
-Pediremos ayuda a otras personas que se encuentren próximas. También deberemos avisar al 112 activando el “manos libres” de nuestro teléfono para seguir las indicaciones que nos haga el operador.
–Comprobaremos si la persona respira. Para ello, deberemos abrir sus vías aéreas con el fin de facilitar la respiración si fuera posible. Para lograrlo, se emplea la maniobra frente-mentón (colocamos una mano en el mentón y otra en la frente con la que movemos la cabeza hacia atrás de manera que la boca quede abierta y el cuello, extendido). Esta maniobra consigue que la lengua no bloquee la vía aérea y facilitamos así que la víctima pueda respirar. Cabe recordar que la lengua no se traga, sino que se relaja e impide el paso correcto del aire a los pulmones. Por tanto, es suficiente con realizar esta maniobra y no es necesario estirar de la lengua de la víctima.
-Para comprobar la respiración, aplicaremos la maniobra VOS (Vemos, Oímos, Sentimos), acercando nuestro oído a la boca y mirando hacia el pecho de la víctima. Esta comprobación no debe llevar más de 10 segundos.
-Si respira:
Llamaremos al 112 (si no lo hemos hecho antes) y avisaremos de que tenemos una persona inconsciente y respirando.
Pondremos a la víctima en Posición Lateral de Seguridad (PLS).
Comprobaremos constantemente que la víctima sigue respirando.
-No respira:
Si hay alguien que nos acompaña, debe llamar al 112 (si no lo hemos hecho ya) informando de la situación y pidiendo que nos indiquen el lugar más próximo donde podemos encontrar un Desfibrilador Semiautomático (DESA).
Si estamos solos, podríamos alejarnos de la víctima durante 2 minutos para pedir ayuda, salvo que sea un niño (menor de 8-10 años). En ese caso, comenzaremos inmediatamente la reanimación cardiopulmonar (RCP).
Cuando la víctima ha sufrido ahogamiento, iniciamos las maniobras de RCP con cinco ventilaciones mediante el “boca a boca”.
A continuación, procedemos con el masaje cardiaco, que se lleva a cabo colocando nuestras manos entrelazadas sobre el centro del pecho, a un ritmo de 110 compresiones por minuto.
Tras aplicar 30 compresiones, se detiene el masaje el menor tiempo posible y se procede a ventilar con el “boca a boca” en dos ocasiones (las 5 ventilaciones son solo al principio). Para ventilar:
Movemos la cabeza con la maniobra frente-mentón.
Pinzamos la nariz con los dedos pulgar e índice.
Sellamos su boca con la nuestra.
Llenamos sus pulmones con aire que nosotros le exhalaremos durante un segundo más o menos.
Dejamos que los pulmones se vacíen, despinzando la nariz (menos de un segundo).
Repetimos la ventilación una segunda vez.
Reanudamos el masaje siguiendo el ciclo de 30 compresiones y 2 ventilaciones. Este ciclo debe mantenerse hasta que:
-Estemos agotados.
-La víctima responda.
-Llegue ayuda especializada.
Si nos llega un DESA, tras encenderlo seguiremos los pasos que nos vaya indicando en cuanto a colocación de electrodos, interrupción del masaje cardiaco y activación de la descarga.
Estos pasos, recogidos en las recomendaciones del Consejo Europeo de Resucitación (ERC por sus siglas en inglés) de 2015 con las actualizaciones de 2018, se pueden resumir en el siguiente esquema:
No responde–>No respira–>112–>30:2
Y si nos surgen dudas, recordemos:
“No sé si responde”–> No responde.
“No sé si respira”–>No respira.
“Parece que está convulsionando”–>Información fundamental para transmitir al operador del 112.