Las mascarillas, tras la pandemia por coronavirus, han llegado para quedarse una buena temporada entre nosotros. Con ellas pueden aparecer una serie de problemas en la piel derivadas de su uso y del roce que provocan, en los que influye el calor y que pueden ser más o menos importantes en función del tipo de piel.
“La piel no está acostumbrada a llevar la mascarilla tanto tiempo. Así que ésta tiene un efecto de roce en la nariz o en las mejillas, además de mantener unas condiciones de calor y de humedad que provoca que no haya una buena oxigenación en la zona”,
Ese efecto oclusivo de la mascarilla que produce roce, el calor y la falta de oxigenación genera un efecto de agresión sobre el manto hidrolipídico (la capa superficial de la piel), que sirve de protección y de barrera y que está formada por grasas y agua. Ese efecto, provocado por las mascarillas de todos los tipos, produce un exceso de sequedad que se traduce en una piel más reactiva, más sensible y que es más susceptible de presentar descamaciones, eccemas, irritaciones, alergias -de forma rara- e infecciones.
En el caso de pieles mixtas o grasas la agresión provoca que las glándulas pilosebáceas segreguen más sebo para proteger a la piel, y que aparezcan rojeces, granitos o acné si se ha producido una sobreinfección.
Además, todas aquéllas personas que ya tengan una piel sensible o con enfermedades de base como el acné, la dermatitis seborréica o la rosácea, pueden sufrir un agravamiento.
José Manuel Carrascosa, portavoz de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), recomienda elegir para la población general las mascarillas quirúrgicas, que son menos oclusivas, aunque todo dependerá de las necesidades de la persona, y si se puede conviene airear la piel siempre que sea posible. Asimismo, si un tipo o una marca en concreto produce problemas lo mejor será probar otras de las muchas que hay en el mercado.
Carrascosa añade que las mascarillas también pueden producir irritación en la zona de las orejas. Por otro lado, “las mascarillas de mayor protección que se utilizan en ámbitos profesionales y que se llevan durante muchas horas también pueden provocar erosiones y heridas en el dorso de la nariz”.
¿Qué cuidados hay que realizar?
Puesto que el uso de mascarillas es obligatorio en lugares públicos siempre que no se pueda mantener la distancia social de dos metros, ¿hay que limpiar más la piel al quitarla? ¿O acaso hay que hacerlo menos? ¿Y con qué productos?
Lizondo afirma que es esencial limpiar la piel para contrarrestar la falta de oxigenación de la piel “sometida a ese aire viciado y a temperaturas muy elevadas”. ¿Cuáles son los puntos claves? Realizar la limpieza de la piel, aplicar antioxidantes especialmente por la mañana e ingredientes regeneradores por la noche.
Para limpiar la piel es conveniente hacerlo con agentes muy suaves, con limpiadores no jabonosos, como agua micelar o con alguna loción. Y después aumentar la hidratación con ingredientes calmantes, como podría ser el extracto de caléndula, e hidratantes en profundidad, como la alantoína, el pantenol, la urea, el ácido hialurónico… Además, conviene añadir por la noche regeneradores y cicatrizantes, como los extractos de centella asiática, o los serum con factores de crecimiento que se encargan de regenerar la piel, e incluso con aloe vera. Todo ello con el objetivo de mantener en forma el manto hidrolipídico..
El uso de la vitamina C por las mañanas y por las noches también se recomendaría dado su gran poder antioxidante y su acción contra los radicales libres. “La agresión sobre la piel, sobre todo si es muy seca, la sensiblizará aún más y la hará más vulnerable a los radicales radicales libres”.
“En pacientes con enfermedades de la piel, como dermatitis seborréica, dermatitis atópica, o acné, puede ser necesario intensificar el tratamiento y realizar una visita adicional al médico de familia o al dermatólogo para evitar que se agrave”, añade Carrascosa, quien recomienda en estos casos evitar el maquillaje.
Otra cosa que, según Carrascosa, conviene evitar son las mascarillas exfoliantes, los productos con ácido glicólico o retinoico, aunque, como siempre, las recomendaciones deben ser individualizadas por un profesional.
¿Hay que limpiar la piel cada vez que la notamos grasa?
No es raro salir a la calle con la mascarilla puesta y regresar a casa con rojeces o con una sensación de piel sucia o muy grasa. Y en ese caso, ¿realizamos de nuevo la limpieza de la piel? Lizondo expone que es muy posible que se esté realizando una limpieza demasiado frecuente de la piel. “Al hacerlo, aunque sea con jabones muy suaves, se termina por arrastrar la grasa de cobertura de la piel”.
De ahí que la recomendación se mantenga en limpiar la piel por la mañana y por la noche. Eso sí, “si se nota que se produce un exceso de grasa habría que retirarlo, y eso podría realizarse “con brumas que hidraten o productos muy hidratantes pero más ligeros”. De hecho, Lizondo recomienda retirar esa grasa en las pieles mixtas o grasas y renovar la hidratación en las pieles secas, en las que hay que extremar también la limpieza.
Protección solar y mascarillas
Parece claro que las mascarillas cubren más la cara frente a las radiaciones ultravioletas que llevarla destapada, sin embargo, no hay estudios que avalen hasta qué punto pueden ofrecer protección frente al sol. Lo que no hay que hacer es olvidar que el cuello, las orejas o la frente, que siguen al descubierto y, por tanto, no hay que olvidar utilizar fotoprotección.
No obstante, Lizondo recomienda también aplicarla en la zona cubierta por la mascarilla porque ésta en algunos momentos puede no llevarse puesta. “Hemos salido a la calle justo en verano cuando la radiación es más fuerte y el cuerpo no se ha acostumbrado a la radiación progresivamente como ocurre otras primaveras. Por eso, usemos siempre protección solar y este año más que nunca”.
Conviene recordar que si va a haber exposición solar prolongada es conveniente aplicar la protección solar y “escoger un excipiente fluido y fácil de extender. Que no sea muy oclusivo ni hidroalchólico porque al poner la mascarilla el efecto de irritación se puede potenciar”, añade Carrascosa.
Estrés y piel
Pero más allá del efecto de calor, humedad y roce de la mascarilla, de su uso, de la pandemia, del confinamiento y de todo lo que el 2020 ha traído consigo, lo que sí ha aumentado es el nivel de estrés en muchas personas y eso, también tiene su reflejo en la piel.
“Ese estrés hace que se activen vías inflamatorias. Y los problemas cutáneos que ya se sufrían de base se descontrolan”, y eso se ve en la aparición de canas, de acné, de rosácea, de dermatitis seborréica, de otros tipos de dermatitis, de brotes de psoriasis, de la caída del cabello o de la aparición de alopecia. “Estamos alterando nuestra piel por dentro y por fuera”, dice Lizondo
Pero aparte de problemas puntuales o que requieran tratamiento, el estrés produce un envejecimiento prematuro de la piel que puede no verse en los próximos días, pero que sí tendrá su reflejo a largo plazo. ¿Qué signos produce el envejecimiento prematuro?
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