¿CÓMO BAJAR LA FIEBRE?

¿Sabías que la temperatura de tu cuerpo varía a lo largo del día? Sin embargo, si sobrepasa los 38 °C tienes fiebre. La fiebre es uno de los mecanismos de defensa que usa tu organismo, generalmente para combatir una infección causada por virus o bacterias. Dado que la fiebre estimula el funcionamiento del sistema inmunitario, no siempre es recomendable bajarla.

¿Cuándo hay que bajar la fiebre?

La comunidad científica sostiene que la fiebre es un mecanismo protector que mejora la función de las células inmunes y estimula la actividad antimicrobiana. No obstante, es necesario bajarla cuando su costo metabólico sobrepasa los beneficios que aporta ya que podría generar un estrés adicional que afecte la capacidad de recuperación del organismo, además de aumentar las probabilidades de sufrir convulsiones febriles.

LAS SEÑALES DE QUE TIENES QUE TRATAR LA FIEBRE

La fiebre no debe producir daños si no supera los 41 °C. Sin embargo, en la infancia temperaturas de 38 a 38,5°C en adelante pueden ser suficientes para provocar una convulsión. De hecho, es importante tratar la fiebre en los niños que han sufrido convulsiones febriles en el pasado.

En sentido general, se recomienda tratar la fiebre cuando genera un malestar que interfiere en la recuperación ya que afecta el descanso y la alimentación. Por esa razón, bajar la fiebre en los niños que se muestran muy irritables, tienen sudoración y falta de apetito mejora su estado general para que puedan hidratarse, comer y dormir mejor, lo cual facilitará la recuperación.

En el caso de los adultos, es recomendable tratar la fiebre cuando genera un gran malestar. También debes bajarla si padeces alguna patología crónica, como enfermedades cardíacas o respiratorias, pues es probable que tu cuerpo tenga dificultades para lidiar con fiebres altas prolongadas y sean más perjudiciales, llegando incluso a provocar complicaciones de salud.

 

 

¿CÓMO REACCIONA TU CUERPO ANTE LA FIEBRE? LOS SÍNTOMAS QUE PUEDES EXPERIMENTAR

Cuando un virus o una bacteria entra a tu organismo, el sistema inmunitario se activa para combatirlo. Libera unas sustancias inflamatorias que aumentan el calor corporal para crear un ambiente donde los patógenos no pueden sobrevivir. De hecho, se ha comprobado que una temperatura corporal de entre 40 y 41 °C reduce en más de 200 veces algunos tipos de virus en las células y puede matar algunas bacterias.

La fiebre también genera una vasodilatación secundaria. Al mejorar el flujo sanguíneo facilita que las células defensivas lleguen a todo el cuerpo para que cumplan su misión. El problema es que esas reacciones son incómodas para ti. Por eso la fiebre puede causar dolor de cabeza, molestias musculares y articulares, escalofríos y una sensación generalizada de debilidad y cansancio.

En algunos casos, sobre todo cuando la fiebre está causada por la gripe o el resfriado, puede acompañarse de tos seca, estornudos, dolor de garganta y secreción o congestión nasal. Esos síntomas indican que tu organismo está luchando, aunque también puedes recurrir al uso de medicamentos que te ayuden a sentirte mejor.

Los medicamentos más indicados para bajar la fiebre

Los medicamentos más indicados para bajar la fiebre son el paracetamol y el ibuprofeno. El paracetamol es una opción muy eficaz que tiene pocos efectos adversos. Logra la máxima reducción de la temperatura aproximadamente dos horas después de la ingesta. 

El ibuprofeno tarda un poco más ya que la máxima reducción de temperatura se produce tres horas después de la ingesta. A diferencia del paracetamol, además de ser analgésico y antipirético, el ibuprofeno también tiene una acción antiinflamatoria.

 

TRES REMEDIOS CASEROS PARA BAJAR LA FIEBRE

  1. Convierte la hidratación en tu prioridad

Cuando sientes calor, tu cuerpo pone en marcha un mecanismo de compensación natural de la temperatura que te hace sudar para refrescarte. Sin embargo, si pierdes demasiado líquido, algo habitual cuando tienes fiebre alta, tu cuerpo cerrará los conductos sudoríparos para evitar que se produzca una mayor pérdida de agua. Eso hará que sea más difícil bajar la fiebre. De hecho, se estima que por cada grado corporal superior a los 38 °C aumenta la necesidad de agua hasta un 10%.

Por tanto, asegúrate de mantenerte bien hidratado.

  1. Recurre a las infusiones de plantas medicinales

Las infusiones son una buena opción para mantenerte hidratado y bajar la fiebre, sobre todo si recurres a las plantas medicinales. Un estudio exhaustivo sobre la medicina tradicional ha revelado que existen diferentes plantas eficaces para bajar la fiebre, ya sea porque favorecen la sudoración o por sus propiedades antiinflamatorias, antisépticas o inmunomoduladoras. Entre las plantas más comunes que puedes usar para tratar la fiebre se encuentran la escarola, el regaliz, el cilantro y la menta piperita.

  1. Aplica compresas húmedas

Si la fiebre sube, unas compresas húmedas evitarán que siga aumentando. No uses alcohol ni agua fría, agua del tiempo es suficiente. El calor de tu cuerpo evaporará la humedad, la cual contribuirá a disipar el calor y bajar la fiebre. Solo tienes que cambiar las compresas a medida que se vayan calentando y colocarlas en las zonas de las axilas y las ingles ya que es donde se concentra más el calor. Úsalas hasta que baje la fiebre.

Huye de la astenia otoñal y cárgate de ENERGIA

Los cambios de temperatura, la llegada del frío y con él, las gripes y resfriados, el menor número de horas de luz, un ritmo laboral o académico que se torna cada vez trepidante a estas alturas del año… Todos estos factores forman un cóctel molotov que, a menudo, desgasta nuestro organismo: la conocida como astenia otoñal puede hacernos sentir cansados y, además, más tristes y desanimados, si constatamos que no llegamos a todo o que no rendimos cómo nos gustaría.

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Si a ello se añade una dieta que no nos aporta todos los nutrientes que debería, nuestra vitalidad puede caer los suelos. Pero no debemos resignarnos a este bajo estado de ánimo y fuerzas, pues, una vez más, está de nuestra mano poner remedio a esta situación. Vamos a descubrir cómo.

Antes, sin embargo, conviene puntualizar que esta astenia asociada a los cambios estacionales (otoño, primavera) no tiene una explicación científica ni se considera una enfermedad per se, y tiende a desaparecer cuando el organismo se adapta a la nueva situación.

En cualquier caso, la astenia es un término que se emplea para definir un estado de fatiga, cansancio, debilidad y falta de fuerza que merma el rendimiento del sujeto en sus actividades diarias. Si este estado se prolonga en el tiempo lo indicado es consultar al médico para descartar otros procesos.

Actitud positiva y ejercicio frente a la astenia otoñal

Como sabéis, querer es poder. Una de las primeras claves ante estos bajones otoñales es una actitud positiva y optimista. Mantenernos motivados y saber adaptarnos a las diferentes situaciones nos ayudará a manejar el estrés y a afrontar mejor los imprevistos y contratiempos del día a día. Y, lejos de amilanarnos por el menor número de horas de luz, es más conveniente que nunca, que nos relacionemos socialmente y disfrutemos de momentos de ocio con los nuestros: nuestros familiares y amigos pueden ser nuestra mejor fuente de energía.

También el ejercicio físico te ayudará a liberar endorfinas y, por tanto, a elevar tu estado de ánimo. Por otra parte, está demostrado que la práctica regular de deporte aumenta la resistencia al estrés. Durante esta época del año, lo mejor es realizar ejercicio físico moderado: pasea, nada, monta en bicicleta. Como a veces el tiempo puede no acompañar, es la estación idónea para apuntarnos a actividades dirigidas realizadas en sala como yoga, zumba, pilates…

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Trata, igualmente, de dormir un número suficiente de horas. Si descansas lo que tu cuerpo necesita, la somnolencia diurna será menor y también te sentirás más enérgico. Pero mantener una buena rutina del sueño no significa solo descansar entre siete y ocho horas todos los días, sino que también debes establecer y respetar horarios regulares para acostarte y levantarte. Mantener en buenas condiciones tu colchón y tu almohada contribuirá también a un mejor descanso.

Nutrientes contra la fatiga

Una vez más, una de las claves para sentirnos enérgicos se encuentra en la manera en que nos alimentamos: seguir una dieta equilibrada que incluya todos los alimentos en las cantidades necesarias nos ayudará a plantarle cara a este decaimiento pasajero. Esta dieta debe incluir, además, abundantes frutas y verduras: aparte de aportarnos vitaminas, minerales y fibra, que tomadas en cantidades adecuadas, pueden reforzar nuestra sensación de bienestar y felicidad.

Existen también diversas plantas que pueden resultarnos muy útiles a la hora de combatir la fatiga o los bajos estados de ánimo. Una de ellos es la rodhiola, cuya capacidad para mejorar el estado de ánimo, mitigar el estrés y aliviar la sensación de fatiga ya hemos mencionado en otras ocasiones. También puede ayudar a nuestro organismo a adaptarse mental y físicamente a situaciones cambiantes de nuestro entorno como un problema en el trabajo o en los estudios o un conflicto familiar o de pareja.

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En segundo lugar, podemos aprovechar los efectos antioxidantes de la vitamina C. Esta se encuentra casi exclusivamente en los vegetales frescos – frutas como los cítricos, hortalizas y verduras de hoja verde-, por lo que, una vez más, volvemos a la necesidad de tomar estos alimentos de manera apropiada. Si llegamos a sufrir déficit de esta vitamina, puede ser necesario tomar algún suplemento que la contenga; incluso, algún multivitamínico que nos aporte, además de la C, otras tan importantes como la A y la E. De todas formas, para evitar un exceso de aporte o interacciones con medicamentos, será preciso consultar al profesional sanitario correspondiente quien valorará la indicación de  su uso y la posología adecuada.

La vitamina C, además, ayuda a absorber mejor el hierro, otro gran aliado que nos puede ayudar a sentirnos más enérgicos. Durante etapas como esta en las que nuestras fuerzas flaquean, su ingesta puede ayudarnos a prevenir infecciones y a mejorar la resistencia física. En cambio, su déficit origina fatiga, mareos y problemas para concentrarnos. Para garantizar a nuestro cuerpo un aporte suficiente de este mineral, debemos tomar carne  magra , almejas, berberechos y otros tipos de moluscos, legumbres, frutos secos y cereales. En caso de anemia, puede ser necesario también ingerir un suplemento durante algunas semanas, siempre bajo control médico.

Las virtudes revigorizantes del triptófano

Por último, pero no por ello menos efectivo, podemos afrontar el decaimiento tomando triptófano, un aminoácido que nuestro organismo precisa para segregar serotonina y melatonina. Ambas sustancias son fundamentales para mantenernos en un óptimo estado de ánimo y poder dormir bien, por lo que su carencia puede provocar desánimo, apatía, confusión, angustia, ansiedad, insomnio y fatiga.

Dado que se trata de un aminoácido esencial –lo que significa que nuestro organismo no puede sintetizarlo por sí solo-, debe estar presente en las cantidades adecuadas en nuestra dieta diaria. Para lograrlo, podemos tomar alimentos de origen animal como el salmón, los huevos, las ostras y los lácteos, así como otros vegetales como la soja, la alubia blanca, el aguacate, el plátano, la piña, las lentejas y frutos secos como los pistachos. El chocolate negro también es fuente importante de este aminoácido.

 

Recordemos que, para transformar el triptófano en serotonina, necesitamos la vitamina B6. Podemos encontrarla en, los cereales integrales, en general en panes y cereales enriquecidos, el pescado azul, la carne de ave, los frutos secos y las legumbres. Otros productos alimenticios como el germen de trigo ó la levadura de cerveza son fuentes también de esta vitamina

Como vemos, los recursos a nuestra disposición son tan variados que sentirnos fuertes y animados durante este otoño será coser y cantar.

LO SABES TODO DE LA DIABETES?

Los síntomas de la diabetes suelen ser y presentarse de forma muy sutil. De forma general estos síntomas que explicamos a continuación aparecen en todos los tipos de diabetes, no obstante, al tratarse de enfermedades distintas también hay ciertas diferencias. 

En primer lugar, la diabetes tipo 1 presenta síntomas muy característicos como sed excesiva, orina frecuente, pérdida de peso, etc. Estos indicios en ocasiones no se presentan y el diagnóstico puede verse atrasado en el tiempo e incluso pasar por alto. 

El inicio de la diabetes tipo 2 suele ser lento y su presentación habitual no lleva una aguda alteración metabólica por ello a menudo hay un largo período de enfermedad sin síntomas aparentes. Hasta más de un tercio de los casos de diabetes tipo 2 en la población pueden no diagnosticarse porque pueden permanecer sin síntomas durante muchos años. 

Por otro lado, ciertos síntomas de la diabetes suelen confundirse con los síntomas del embarazo, por lo que la diabetes gestacionalpasa desapercibida. Por ello es muy importante realizar una prueba para detectar la diabetes gestacional (que está incluida dentro del cuidado normal prenatal). 

 

Tener mucha sed

Habitual en diabetes tipo 1 y tipo 2. El exceso de glucosa en sangre provoca que los riñones trabajen más de lo normal para filtrar y absorber la glucosa. Cuando los riñones no pueden seguir el ritmo, la glucosa se elimina a través de la orina y arrastra líquidos de los tejidos, deshidratando el cuerpo. Esto provoca una sed excesiva.

Deseo frecuente de orinar

Debido a esta sed, las personas con diabetes aumentan el consumo de agua lo que provoca un incremento del número de veces de ir al baño. Este síntoma también es habitual tanto en la diabetes tipo 1 como en la tipo 2.

Fatiga extrema inexplicable

Los hidratos de carbono (glucosa, azúcares) son transformados, dentro de las células, en fuente de energía necesaria. La hiperglucemia deteriora la capacidad de nuestro cuerpo para utilizar esta glucosa y cubrir las necesidades energéticas. Lo que se traduce en cansancio. También es habitual en la tipo 1 y 2.

Visión borrosa

La hiperglucemia en sangre extrae líquido de los tejidos, incluido los cristalinos de los ojos. Esto afecta a la capacidad de visión. La diabetes mal tratada y controlada puede causar problemas de visión a largo plazo e incluso ceguera. Habitual en la diabetes tipo 1 y 2.

Pérdida de peso

Al eliminar glucosa a través de la micción, también pierdes calorías. Además, la diabetes, en especial la tipo 1, puede impedir que la glucosa de los alimentos lleguen a las células, provocando hambre constante. Ambos hechos pueden causar un rápido adelgazamiento. 

Hambre constante

También se conoce como polifagia. Parte del exceso de azúcar en sangre se expulsa en la orina, lo que significa que se queman más calorías (energía). Por este motivo la persona siente mucha hambre y come grandes cantidades de alimentos para compensar esa pérdida de calorías.

Irritabilidad o cambios de humor

Los niveles de glucosa en sangre pueden afectar al estado de ánimo y contribuir a cambios de humor. Puede notar cómo con unos niveles muy altos o bajos afectan a su estado mental. Cuidar de la salud mental es igual de importante que hacerlo de la salud física. 

Heridas que no sanan

Es más común en la diabetes tipo 2. Un nivel alto de glucosa en sangre genera un flujo sanguíneo deficiente lo que perjudica el proceso de curación natural del cuerpo. Además, esto puede generar úlceras de curación lenta, especialmente en los pies. 

Otros síntomas

Existen otros síntomas como dolor en el estómago, náuseas y/o vómitos, encías rojas, inflamadas y sensibles, hormigueo en manos y pies, etc.

Complicaciones de la diabetes

Existen dos tipos de complicaciones, por un lado las complicaciones agudas, que son aquellas que surgen rápidamente, y por otro, las crónicas, que surgen con el transcurso de los años.

COMPLICACIONES AGUDAS

Cetoacidosis diabética (CAD)

La cetoacidosis diabética tiene lugar cuando el cuerpo comienza a descomponer grasa demasiado rápido. El hígado transforma esta grasa en un impulsor llamado cetona que hace que la sangre se vuelva ácida.  La CAD surge si el diagnóstico de la diabetes tipo 1 se retrasa o por un incorrecto control de la glucosa. Esta complicación requiere tratamiento profesional. 

 

Estados hiperglucémico hiperosmolar (EHH)

El estado hiperglucémico hiperosmolar (EHH) puede parecer inofensivo pero nada más lejos de la realidad. Puede evolucionar en una gran deshidratación y pérdida de electrolitos.  Es necesario un tratamiento minucioso y un buen diagnóstico. Las causas son múltiples, aunque las más frecuentes son infecciones. Suelen padecer personas de mayor edad, y personas con enfermedades crónicas. 

 

Hipoglucemia

Una hipoglucemia ocurre cuando se presentan niveles muy bajos de glucosa en sangre (por debajo de 50 mg/dl). Puede dar lugar como consecuencia de ejercicio físico no habitual o sobreesfuerzo, diarreas, vómitos o una presencia insuficiente de hidratos de carbono.  Si la hipoglucemia es leve, puede tratarse con carbohidratos de acción rápida. Pero si estamos ante un caso de hipoglucemia grave, la persona necesita asistencia externa y se requiere un tratamiento con glucagón o dextrosa o glucosa intravenosa.

 
 

COMPLICACIONES CRÓNICAS

Lesión nerviosa o vascular y pie diabético

Unos niveles altos de glucosa en sangre pueden dañar los capilares que alimentan los nervios, especialmente el de las piernas.  Esto se traduce en un posible hormigueo, entumecimiento, dolor que comienza en la punta de los dedos y se prolonga hacia arriba.  El pie diabético afecta entre 40 y 60 millones de personas con diabetes en el mundo. Las úlceras crónicas y las amputaciones derivadas reducen en gran medida la calidad de vida de las personas con diabetes y aumentan el riesgo de muerte prematura.

 

Retinopatía diabética

Esta patología puede causar daño en los vasos sanguíneos de la retina, derivando en ciertos casos en ceguera. También es probable la aparición de otros trastornos graves de vista como glaucoma, cataratas, visión doble e incapacidad de enfoque.

 

Complicaciones en el embarazo

La diabetes gestacional está relacionada con diversas complicaciones en el embarazo. Por un lado, las mujeres que lo padecen tienen mayor predisposición a desarrollar diabetes tipo 2, sobre todo de tres a seis años después del parto.
Además, la exposición a la hiperglucemia en el útero predispone a los niños a desarrollar sobrepeso u obesidad, que a su vez produce resistencia a la insulina y posible desarrollo de diabetes tipo 2. 

 

Enfermedades cardiovasculares

La diabetes está relacionada directamente con el desarrollo de enfermedades cardiovasculares como anginas de pecho, ataque cardíaco, accidente cerebrovascular, estrechamiento de las arterias y presión arterial alta.

 

Nefropatía diabética

El sistema renal, los riñones, es bastante complejo con millones de vasos sanguíneos que filtran los desechos de la sangre. La diabetes puede afectar a este sistema de filtración. En el peor de los casos, se puede derivar a una enfermedad renal irreversible que requiera diálisis o trasplante de riñón.

 

Diabetes y salud bucal

Esta patología afecta a todos los tejidos blandos y duros que rodean los dientes. Las personas con diabetes (en especial aquellas que no la gestionan adecuadamente) tienen la posibilidad de experimentar dentición temprana, gingivitis en niños y adolescentes, progreso acelerado de descomposición irreversible de encías blandas y duras (periodontitis), infección de la mandíbula, pérdida de dientes, cáncer bucal, menor flujo salival, etc.Enfermedades cardiovasculares.

 
 

Manteniendo tu diabetes controlada, podrás prevenir todas estas complicaciones y mejorarás muchísimo tu calidad de vida.

Las complicaciones de la diabetes pueden verse disminuidas considerablemente con un buen control de los niveles de glucosa en sangre y con un profesional que te guíe en el cuidado.

Con los avances tecnológicos de hoy día no hay motivo para alarmarse: el enfermo de diabetes puede llevar una vida sana y normal.

Todo sobre el BRUXISMO

¿Qué tipos de bruxismo hay?

El bruxismo es el hábito involuntario de rechinar o apretar los dientes superiores con los inferiores  sin propósitos funcionales.

Se trata de un problema creciente en la sociedad actual, debido al ritmo de vida cada vez más intenso, lo que aumenta el estrés y la tensión emocional que sufre el paciente. De hecho, puede convertirse en un trastorno crónico que curse con periodos de exacerbación en periodos de mayor estrés académico o laboral.


¿Qué tipos de bruxismo hay?

El bruxismo puede ser:

  • Bruxismo diurno o de la vigilia: se produce durante el día. En este caso, se tiende a apretar los dientes, pero raramente a rechinarlos,
  • Bruxismo nocturno o del sueño: se produce de noche y suelen coincidir ambas actividades, apretar y rechinar los dientes.

En muchos casos, ambos tipos coexisten.

Además, el bruxismo puede clasificarse en:

  • Céntrico: Se da apretamiento de las dos estructuras dentales sin movimiento mandibular lateral.
  • Excéntrico: Se produce rechinamiento o frotamiento de unos dientes contra otros. Puede ser nocturno o diurno, aunque se produce generalmente durante el sueño.

 

 

 

¿Quién lo padece?

De acuerdo a datos de la Sociedad Española del Sueño (SES), el bruxismo de vigilia podría afectar a entre un 22% y un 31% de la población general, con un leve predominio en las mujeres. En cambio, el bruxismo del sueño lo sufren hombres y mujeres por igual y afectaría a un 8,2% de la población.

Suele producirse la remisión espontánea de este problema después de los 40 años, aunque también puede desaparecer solo en cualquier momento. En todo caso, según la SES, el bruxismo disminuye con la edad y, después de los 65 años, el porcentaje de incidencia se reduce significativamente hasta alcanzar a sólo el 3% de los mayores.


¿Qué causa el bruxismo?

No parece haber una causa única que provoque este trastorno, sino que su origen puede deberse a múltiples factores:

  • La edad: el bruxismo es común en niños, aunque suele desaparecer con los años.
  • Factores genéticos y familiares o hereditarios.
  • Sufrir alteraciones en la oclusión dentaria y/o anormalidades articulares y óseas.
  • Sufrir desórdenes mandibulares.
  • Sufrir estrés, ansiedad o problemas de personalidad.
  • Padecer trastornos del sueño y/o apnea.
  • Fumar o consumir cafeína o alcohol.
  • El abuso de drogas como la cocaína o las anfetaminas.

 

 

 

 

¿Cuáles son sus síntomas?

Aunque a menudo la persona afectada por bruxismo no es consciente de ellos, este trastorno puede provocar signos y/o síntomas como los siguientes:

  • Desgaste de la estructura dental, especialmente en los bordes de incisivos y caninos, así como en las cúspides de molares y premolares.
  • Lesiones en forma de cuña a nivel de la encía de algunos dientes.
  • Movilidad dental.
  • Sensación de «notar los dientes» al levantarse por la mañana.
  • Dolor en la musculatura que interviene en la masticación.
  • Trastornos en las articulaciones mandibulares como dificultad al abrir la boca, ruidos o chasquidos en la apertura o el cierre.
  • Dolores de cabeza, especialmente en la región temporal, a ambos lados de la cabeza en ocasiones al despertar.
  • Recesión gingival (alejamiento de la encía del diente).
  • Sensibilidad dental con el frío o el dulce.

¿Cómo se diagnostica el bruxismo?

El diagnóstico del bruxismo se realiza mediante una valoración clínica en la que se recopilan los síntomas expresados por el paciente y  los signos de la afección que este manifiesta.
Se debe tener en cuenta que no existe un solo signo o síntoma que implique la presencia del problema, sino que deben considerarse todos los parámetros implicados: desgaste dental, dolor de cabeza, dolor muscular y/o ruidos articulares.


¿Cómo se trata?

El tratamiento del bruxismo varía en función de su causa, pues puede estar asociado, además de a aspectos morfológicos, a alteraciones del sueño o de la conducta o al estrés ambiental y emocional. Por este motivo, puede ser necesario un tratamiento protésico, un enfoque protésico-periodontal o un enfoque multidisciplinario que puede llegar a incluir medidas  de índole psiquiátrico o conductuales.

En general, el tratamiento más extendido es el uso de una férula de desprogramación o de descarga, una placa de acrílico rígida que se sitúa en la estructura superior o en la inferior, elaborada y ajustada a la medida del paciente. Aunque esta férula no evita el apretamiento de dientes, sí alivia los signos y síntomas que produce y evita el desgaste de los dientes.

En casos muy avanzados, en los que se ha producido un desgaste muy severo de los dientes, pueden ser necesarios tratamientos odontológicos restauradores.

 

Diez consejos para aliviar el bruxismo

Aunque el bruxismo se produce de manera involuntaria, existen diversos hábitos que pueden ayudar al paciente a prevenirlo o mitigar sus síntomas:

  • 1. Planta cara al estrés.
    Este es uno de los principales factores que puede originar o empeorar el problema, por lo que es conveniente tratar de mantener la calma en las situaciones complicadas y que te vayas a dormir relajado. Te puede ayudar a conseguirlo aprender técnicas de relajación y respiración y practicar actividades como el yoga, el taichí o la meditación.
  • 2. Trata de mantener tu cara y tu mandíbula relajadas.
    Aunque la mayoría de las veces se aprietan o rechinan los dientes sin que nos percatemos de ello, intenta realizar el esfuerzo consciente de relajar tus músculos faciales y mandibulares durante el día, hasta que se convierta en un hábito.
  • 3. Evita movimientos que irriten la articulación mandibular.
    Por ejemplo, no masques chicle ni te comas las uñas.
  • 4. Realiza estiramientos regularmente.
    Aprender y practicar ejercicios de estiramiento fisioterapéuticos puede ayudarte también a recuperar la acción de los músculos y articulaciones a cada lado de la cabeza, lo cual te ayudará a mitigar los síntomas.
  • 5. Date masajes en el cuello, los hombros y cara.
    Busca en ellos los nódulos pequeños y dolorosos, conocidos puntos desencadenantes, que pueden provocarte  molestias y dolor en estas zonas del cuerpo
  • 6. Aplícate calor en las articulaciones.
    Te ayudará a aliviar la inflamación. Aplicar hielo en los músculos de la mandíbula también puede ser eficaz.
  • 7. Usa pasta de dientes para dientes sensibles.
    Puede ayudarte aliviar algunos de los síntomas del bruxismo como la sensibilidad con el frío o el dulce.
  • 8. Duerme en la postura adecuada.
    Mejor, boca arriba y usar una almohada cervical te puede ayudar a  relajar la musculatura de la mandíbula.
  • 9. No te quites la férula durante la noche.
    Al principio del tratamiento, es normal que notes presión en los dientes, pero es importante que mantengas la férula puesta durante toda la noche e, incluso, que la utilices durante el día en momentos de estrés.
  • 10. Acude a revisiones periódicas a tu odontólogo.
    Si padeces bruxismo, es necesario que tu dentista realice un seguimiento del tratamiento. En caso de que no padezcas ningún problema concreto, también es recomendable hacerse una revisión al menos una vez al año.

FARINGITIS

¿Qué es la faringitis?

La faringitis es la inflamación de la mucosa de la faringe que, a menudo, hace que se presente dolor al tragar. La faringe, vulgarmente conocida como garganta, es la cavidad que se extiende desde la parte posterior de la nariz y de la boca hasta el comienzo de la laringe y del esófago. La faringe tiene la función de conducir el aire hacia las vías respiratorias bajas y facilitar el paso de los alimentos hacia el esófago.

La inflamación de la faringe se asocia con frecuencia  con la inflamación de las amígdalas, por lo que, en la práctica clínica médica, se utiliza el término de  faringoamigdalitis para referirse a esta afección. A efectos prácticosfaringoamigdalitis, amigdalitis y faringitis  se consideran  términos similares, si bien este último se entiende como una afección más común, menos importante y menos grave.


¿Qué tipos de faringitis existen?

Se distinguen dos formas de faringitis:

  • Faringitis aguda: puede presentarse como inflamación de las amígdalas y se refiere a la inflamación de la faringe, de la úvula (campanilla), las amígdalas y el paladar blando.
  • Faringitis crónica: incluye una serie de procesos inflamatorios o irritativos de la mucosa faríngea que persisten o se repiten a menudo, generalmente sin causa infecciosa, y que se pueden dar en diversas situaciones: el reflujo gastroesofágico, ante irritantes tóxicos como puede ser polvo, sustancias químicas, el humo del tabaco, o cuando la respiración es por la boca ante afecciones de la nariz que cursan con obstrucción nasal. Quien la padece presenta con frecuencia  un carraspeo para tratar de aliviar la sensación de moco en la garganta, junto a un picor o dolor faríngeo y molestias al tragar.

¿Qué causa la faringitis?

  • En el 70-80% de los casos, la faringitis viene causada por un virus o es una manifestación más de un cuadro catarral. Entre los virus, los adenovirus son de los más prevalentes, aunque puede haber otros implicados, como el rinovirus, el virus de la gripe influenza A y B, el virus parainfluenza, el virus respiratorio sincitial, o el virus de Epstein-Barr, origen de la mononucleosis y que se manifiesta con una faringoamigdalitis de gran afectación clínica.
  • La causa también puede ser bacteriana, donde el agente causal es una bacteria, generalmente el estreptococo beta hemolítico de grupo A (EBHGA), y aunque su incidencia varía según la época del año y la edad del enfermo, suele ser más común en niños y adolescentes.

 

 

 

 

¿Cómo se contagia?

La faringitis, al igual que el resfriado, se contagia a través de las pequeñas gotas de saliva que se expelen al hablar, toser o  estornudar, aunque también hay factores que favorecen su aparición, como las condiciones de mayor agrupamiento familiar, la contaminación, los ambientes de humo de tabaco y también el ser fumador.


¿A cuánta gente le afecta?

No hay cifras concretas de la incidencia de la faringitis en la población general por sus diversas formas de presentación, ya que la faringe también se ve afectada en los cuadros catarrales en los que, además de la afectación de la nariz con mucosidad acuosa y congestión nasal, aparece el dolor  de garganta.

La faringitis es uno de los síntomas más frecuentes que se atienden en las consultas de  Atención Primaria  o en los Servicios de Urgencias, y en la mayor parte de los casos su origen es viral.

Su mayor incidencia tiene lugar en las estaciones de invierno y primavera, aunque puede darse incluso al principio del verano por la afectación del rinovirus u otros virus que producen infecciones respiratorias de vías altas.


¿Cuáles son sus síntomas?

El síntoma típico de la faringitis es el dolor de garganta, pero en función de su origen -vírico o bacteriano-, se puede acompañar de otros síntomas:

  • Origen vírico: además del dolor de garganta, aparece mucosidad o congestión nasal, tos, dolor de cabeza, ronquera, décimas de fiebre o dolores musculares.
  • Origen bacteriano: es el caso de la faringoamigdalitis estreptocócica (anginas) y los síntomas suelen ser importantes. Se comienza con un cuadro brusco de fiebre alta, escalofríos, dolores musculares y de articulaciones, dolor de garganta, dificultad para tragar e inflamación al palpar el cuello (ganglios). Puede confundirse con gripe por la intensidad del cuadro clínico pero, junto al enrojecimiento de la garganta, aparece una importante mucosidad blanquecina que cubre las amígdalas (placas de pus blancas) y que es menos frecuente en las faringoamigdalitis ocasionadas por virus.

¿Puede conllevar complicaciones?

La faringitis de causa viral es una afección que se cura en 4 o 5 días sin la ayuda de un tratamiento específico. No suele originar complicaciones y en caso de aparecer están vinculadas al propio resfriado, pudiendo ocasionar bronquitis y sinusitis, y especialmente en los niños, otitis.

Sin embargo, en el caso de faringoamigdalitis bacteriana estreptocócica, pueden aparecer complicaciones locales  y generales:

  • Complicaciones locales: la más frecuente es el abceso periamigdalino, que se caracteriza por un empeoramiento de los síntomas, con aumento del dolor que dificulta o incluso impide la deglución. Otros síntomas destacados son el aumento de la ronquera, exceso de saliva al no poder tragar, mal aliento, persistencia de la fiebre elevada e inflamación importante de los tejidos de la garganta. Se precisa tratamiento con antibiótico e intervención urgente del otorrinolaringólogo.
  • Complicaciones generales: puede aparecer fiebre reumática y glomerulonefritis, dos enfermedades excepcionales hoy en día.

¿Qué tratamiento se recomienda?

Para determinar el tratamiento adecuado en cada caso, el médico debe realizar previamente un correcto diagnóstico en base a los síntomas clínicos y a los datos de exploración.

Para el tratamiento de la amigdalitis bacteriana estreptocócica se requiere antibiótico, con el objetivo de mejorar los síntomas, limitar el contagio y prevenir complicaciones como las anteriormente descritas.

En el caso de la faringoamigdalitis aguda, su tratamiento generalmente  es sintomático, ya que la mayoría de las veces obedece a una causa viral, y tiene como objetivo aliviar los síntomas y  acortar el curso de la enfermedad.

Consejos para evitar y/o controlar la aparición de la faringitis aguda 

  • 1. Evita los ambientes muy contaminados.
    Si respiramos aire con exceso de contaminación, podemos fomentar que los virus y las bacterias acumuladas en el aire entren en nuestro cuerpo y provoquen la aparición de faringitis.
  • 2. Huye de los cambios bruscos de temperatura.
    Los ambientes secos por la calefacción o el aire acondicionado, así como la ingesta de comidas muy calientes o bebidas excesivamente frías pueden lesionar la mucosa de la faringe.
  • 3. Protégete para evitar el contagio.
    Tápate la boca y la nariz al toser o estornudar, usa pañuelos desechables y lávate con frecuencia las manos para prevenir su contagio.
  • 4. Mantén una adecuada hidratación.
    Bebe más líquidos de lo habitual, así como infusiones calientes.
    Realizar gárgaras con manzanilla o agua tibia y sal aliviará el dolor en tu faringe.
  • 5. Refuerza tu garganta con una dieta rica en vitamina C.
    Los cítricos, las uvas y la miel protegerán tu organismo y ayudarán a mantener la garganta en buen estado.
  • 6. Si fumas, deja el tabaco.
    Fumar puede producir malestar en varias partes del cuerpo, pero especialmente irrita los tejidos de tu garganta.
  • 7. La bufanda, tu mejor complemento este invierno.
    En época invernal abrígate y sal de casa cubriéndote la garganta con una bufanda, o apuesta por una vestimenta que te cubra el cuello.
  • 8. Consulta a tu farmacéutico.
    Antes de tomar productos bucofaríngeos con antisépticos o anestésicos para aliviar el dolor, consulta con un profesional sanitario.
  • 9. Ante el menor síntoma, acude al médico.
    Si tienes dolor de garganta intenso, tus síntomas no mejoran después de tres o cinco días y aparece fiebre, consulta lo antes posible a tu médico de familia.
  • 10. No te automediques.
    El consumo de antibióticos debe prescribirlo tu médico después de valorar tus síntomas.