Alergias alimentarias: todo sobre ellas

Alergias alimentarias: todo sobre ellas

Las alergias alimentarias afectan a millones de personas en todo el mundo.

Todos tenemos un plato favorito. Además de ser un deleite para nuestros sentidos, alimentarse es una necesidad básica de todo ser vivo. Y los humanos no somos la excepción. Desafortunadamente, ciertas enfermedades limitan nuestra libertad para comer. Una de ellas es la alergia alimentaria. ¿Qué es? ¿Cuáles son sus síntomas? ¿Cómo se diagnostican y se tratan? ¿Por qué algunos las confunden con otras afecciones? Sigue leyendo para obtener todas las respuestas.

¿Qué son las alergias alimentarias?

Los alimentos que provocan reacciones alérgicas reciben el nombre de alérgenos alimentarios. Aunque cualquier comida puede producir los problemas antes mencionados, generalmente existen ocho que estadísticamente tienden a causar la mayor parte de ellos. Nos referimos a los cacahuetes, el huevo, la leche, los mariscos, las nueces, el pescado, la soja y el trigo.

Al parecer, el factor genético desempeña un importante rol en el desarrollo de esta afección. Al mismo tiempo, los eccemas y la fiebre del heno, tan comunes en quienes padecen de algún tipo de hipersensibilidad, pueden augurar un futuro problema de alergia a los alimentos. Este puede empezar en la infancia o aparecer hasta en la edad adulta.

La comunidad científica está trabajando para determinar las causas de la patología en cuestión y atacar el problema de raíz. Por lo tanto, en un futuro podría aparecer un tratamiento que ofrezca soluciones efectivas a los problemas que la comida acarrea al cuerpo de muchos individuos.

La investigación científica también promueve el desarrollo de medicamentos que combatan las reacciones alérgicas con rapidez y de una forma más eficaz. Incluso dentro de la industria alimentaria existe todo un sector de especialistas que se dedican a crear alimentos seguros para los pacientes. Esto incluye el desarrollo de sustitutos con un sabor, aspecto y consistencia similar al de otro producto, pero sin la presencia de esos alérgenos.

Síntomas de la alergia alimenticia

La alergia a la comida se manifiesta de varias maneras. Los síntomas no solo difieren en naturaleza, sino en intensidad. El tiempo que tardan en manifestarse es otro factor que depende de cada organismo. Pueden presentarse a los pocos minutos de haber consumido un producto comestible en particular u horas después.

En ocasiones, el sistema inmunitario puede hacer más mal que bien. El conjunto de estructuras y procesos que deberían servir de protección contra los agentes infecciosos, se pone en alerta cuando un componente presente en los alimentos es detectado como una amenaza. Dado que el mecanismo de defensa mencionado está presente en casi todo el organismo, la respuesta alérgica puede manifestarse en distintas partes del cuerpo, como la piel, los órganos del aparato digestivo y respiratorio e incluso del sistema cardiovascular.

También hay que tener en cuenta que las alergias a los alimentos pueden aumentar gradualmente en gravedad. Una comida que, en primera instancia, produjo una reacción de leve intensidad, rápidamente puede convertirse en un serio problema de salud si el paciente persiste en comerla de nuevo. Esto se debe a que los anticuerpos se van tornando más agresivos cuando se encuentran nuevamente con una sustancia que consideran nociva.

Los síntomas más comunes, que van de leves a moderados, incluyen picor y enrojecimiento en cualquier parte de la piel, aparición de ronchas, sarpullido, picazón en la boca y dentro del canal auditivo, náuseas y vómitos, dolor estomacal, diarrea, congestión o secreción nasal, tos seca, estornudos y un sabor extraño en la boca.

Por su parte, la alergia alimentaria también puede expresarse de forma letal. Esta es la parte que más preocupa a los médicos, así como a los pacientes y sus familiares. Los síntomas más serios comprenden hinchazón y sequedad en la zona de los labios, la lengua y la garganta. Cuando esto ocurre, el individuo alérgico podría experimentar dificultades serias para tragar sólidos o líquidos. La inflamación en la garganta puede ser tan severa que llegue a dificultar o bloquear por completo las vías respiratorias.

Otra de las manifestaciones de alto riesgo es la bajada en la presión arterial que puede, a su vez, provocar una sensación de mareo, confusión, debilidad o llevar al desvanecimiento. Además, la alergia en cuestión puede venir acompañada de dolor en el pecho o de un pulso debilitado.

Uno de los peores escenarios se presenta cuando se produce un choque anafiláctico. Se revela cuando varias de las afecciones antes mencionadas vienen acompañadas de taquicardia y el pulso aumenta repentinamente para luego descender por debajo de lo normal. Si no se atiende pronto, el paciente terminará perdiendo el conocimiento. Todos estos problemas son un reflejo de lo que ocurre en el interior del organismo: los vasos sanguíneos se dilatan, los tejidos se llenan de líquido y los órganos no reciben un volumen adecuado de sangre. A final de cuentas, el desenlace podría terminar siendo fatal.

La importancia de un buen diagnóstico

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Si presentas varios de los síntomas antes mencionados, es muy importante que acudas con un experto para que te realice la evaluación pertinente. Evita llegar a conclusiones por tu cuenta. Es posible que tu organismo esté teniendo dificultades para asimilar bien ciertos productos comestibles, pero esto no necesariamente significa que padezcas de una alergia alimentaria. Por otro lado, varios de los problemas de salud que hemos tratado pueden corresponder a diversas enfermedades, algunas de las cuáles no tienen su origen en el sistema inmunitario.

El autodiagnóstico conlleva ciertos riesgos e inconvenientes. Por un lado, una persona podría concluir equivocadamente que no padece de una alergia a los alimentos porque su malestar no es tan grande. Sin embargo, como indicamos antes, el sistema inmunitario puede reaccionar con más violencia en una ocasión posterior, con terribles consecuencias.

Por otro lado, alguien podría imponerse una dieta restrictiva pensando que esa es la única manera de no sufrir lo que piensa que son los síntomas de una alergia alimentaria. Esto, desde luego, afectaría su bienestar y calidad de vida. Y una nutrición inadecuada puede, con el tiempo, contribuir al desarrollo de otras enfermedades.

Un alergólogo es el más indicado para corroborar o descartar la existencia de la hipersensibilidad hacia ciertos alimentos. La valoración comienza con un análisis del historial médico del paciente y una serie de preguntas. El objetivo del especialista es determinar si los síntomas y los hábitos dietéticos apuntan hacia una alergia.

El siguiente paso consiste en realizar diversos exámenes físicos. En algunos casos, podrían necesitarse varias pruebas para realizar el diagnóstico adecuado y prescribir el tratamiento que corresponda. El análisis incluye:

Pruebas cutáneas

Uno de los tests más utilizados es la punción en la piel. El médico aplica deliberadamente ciertas sustancias en el brazo, el antebrazo o la espalda. Hace esto pinchando la piel con una aguja que contiene una pequeña dosis de la sustancia potencialmente alergénica. Si transcurrido un máximo de veinte minutos, el área estudiada se inflama o adquiere una tonalidad rojiza, significa que la prueba es positiva.

Si la punción no arroja respuestas concluyentes, el experto podría optar por hacer una prueba intradérmica, es decir, inyectar un alérgeno para penetrar más profundamente en la piel y esperar a que la reacción alérgica aparezca. Por otro lado, el alergólogo cuenta con otra herramienta a su disposición. Puede colocar un parche que contiene posibles alérgenos en la piel del paciente y revisar la zona tratada tres o cuatro días después.

Reto controlado vía oral

La premisa detrás de este procedimiento es sencilla. En presencia del especialista, el paciente consumirá pequeñas porciones de la comida que parece estarle causado problemas. Esto le permitirá al médico observar sus reacciones en tiempo real y llegar a conclusiones más certeras. Por supuesto, hacer la prueba en un ambiente controlado brinda la ventaja de poder proporcionar asistencia inmediata al paciente en el remoto caso de que sus síntomas sean graves.

Exámenes de sangre

La muestra es evaluada para detectar la existencia de ciertos alérgenos presentes en los alimentos. Esta prueba se lleva a cabo cuando las anteriores no permiten determinar fuera de toda duda que el individuo padece de una alergia.

Dieta de eliminación de prueba

El especialista prescribe un plan en el que el paciente se abstiene por unos días de ciertos alimentos. Terminado el período de prueba, se evalúan los resultados.

Precauciones para los alérgicos a los alimentos

Hay diferentes factores que pueden desencadenar una reacción adversa en el organismo. Algunos de ellos desaparecen con el tiempo, mientras que otros son crónicos. Por eso, aun después de ser diagnosticado de forma positiva, es bueno volver a visitar al médico después de un tiempo. De esta manera, podrás comprobar si el problema persiste o ha cedido.

Aunque no es posible generalizar, te servirá tener presente que las alergias a ciertos productos tienen mayores probabilidades de desaparecer con el tiempo. Tal es el caso de la hipersensibilidad a los huevos, la leche, la soja y el trigo. En cambio, generalmente la necesidad de abstenerse de cacahuates, mariscos, nueces y pescados suele ser un requisito de por vida.

Dada la gravedad de algunos de los síntomas de la alergia a los alimentos, es indispensable adoptar ciertas medidas. Tomar algunas precauciones puede salvarte la vida. De esta manera, no sufrirás a causa de las reacciones alérgicas y, en caso de que se presenten, podrás hacer frente a ellas.

Infórmate lo más que puedas

Actualmente, no existe cura definitiva para las alergias alimentarias. Si la padeces, deberás acudir con un nutricionista para que te ayude a elaborar un plan dietético equilibrado. Este podría incluir ciertos suplementos y vitaminas que te ayudarán a obtener los nutrientes que no obtienes de ciertos alimentos. El objetivo es eliminar del menú todos los elementos que pueden desencadenar una reacción negativa y reemplazarlos por otros que sean igual de nutritivos y sabrosos. Además, existen grupos de apoyo (presenciales y en línea) y literatura en donde podrás encontrar consejos útiles al respecto.

Determina el contenido de lo que comes

Prepara tus propios alimentos o asegúrate de que la persona que cocina está al tanto de las especificaciones de tu dieta. Cuando vayas de compras, revisa cuidadosamente las etiquetas de cada producto procesado, esto te permitirá averiguar si un alérgeno forma parte de los ingredientes. Al principio, esto puede ser una tarea tediosa, pero con el tiempo aprenderás a determinar rápidamente cuáles son los artículos que puedes adquirir. El nutricionista puede ofrecerte orientación al respecto.

Ten cuidado cuando comas fuera de casa

Desconocer cuáles son los ingredientes específicos que conforman un plato es el principal desafío para los alérgicos que desean comer en un restaurante convencional. Nada garantiza que todos los ingredientes de una comida estén completamente libres de alérgenos. Ni los camareros ni el personal de la cocina podrán proporcionarte toda la información que necesitas para poder comer sin ninguna incertidumbre.

Dicho lo anterior, te agradará saber que actualmente existen restaurantes con un menú especial para quienes padecen de alergias a los alimentos. Solo hace falta indicar cuáles son los alimentos que no puedes consumir y los cocineros se encargarán de preparar una comida deliciosa y completamente libre de alérgenos.

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Prepárate para combatir los síntomas en cuanto se presenten

Aun tomando las debidas precauciones al comer y beber, es posible que, de vez en cuando, consumas algo que no debes sin querer. Te darás cuenta de ello cuando comiences a experimentar síntomas alérgicos.

Hasta ahora no se ha desarrollado un tratamiento que te permita combatir la alergia y volver a comer todo lo que quieras. Sin embargo, sí existen medicamentos que te ayudarán a hacer frente a los síntomas, incluso los más graves.

Nunca deberías confiarte pensando que no necesitas estar preparado aunque tus experiencias pasadas hayan sido de bajo riesgo. Muchos estudiosos de las alergias alimentarias renuncian a catalogarlas como de menor o mayor intensidad. ¿Cuál es la razón? Pues bien, las reacciones del cuerpo son impredecibles. No es posible saber cuál será el comportamiento del organismo en el próximo encuentro con el alérgeno. Mientras que en algunas ocasiones los síntomas son poco perceptibles, en otras pueden llegar a ser mortales.

Así que, estés en casa o no, asegúrate de siempre tener a la mano el tratamiento prescrito por el alergólogo. Si después de comer, comienzas a sentir molestias propias de tu alergia, toma inmediatamente el medicamento y la dosis apropiados.

Ya dijimos que el choque anafiláctico es un peligro muy real. Una vez que comienza a manifestarse, evoluciona a una velocidad impresionante. Esperar a llegar al médico para recibir el tratamiento no siempre es la solución más eficaz. Lo más conveniente es llevar siempre contigo un autoinyector con epinefrina. Asegúrate de que no esté vencido y de siempre disponer de dos dosis por si los síntomas se repiten.

¿Cuándo debería recurrir a la epinefrina? La respuesta es simple. Esta se aplica cuando, después de comer, comiences a tener problemas para respirar o para pasar la comida, sufres de un ataque repentino de tos, sientes tu pulso débil, sufres de urticaria u de otros síntomas propios de la anafilaxia. No esperes a sentirte muy mal para actuar, incluso si tienes dudas sobre la naturaleza de los síntomas. Los beneficios de este compuesto son mayores que los riesgos por recibir una dosis innecesaria. Aun si te sientes mejor después de la inyección, debes de acudir al médico para recibir atención de emergencia.

Diferencias entre alergia, intolerancia e inflamación

Hasta ahora hemos hablado exclusivamente de la alergia alimentaria. Ahora bien, la mala asimilación de los alimentos también puede ocasionar otra clase de trastornos. La intolerancia y la inflamación son algunos de ellos.

Muchas personas confunden estas tres dolencias o usan los términos “alergia”, “intolerancia” e “inflamación” indistintamente para describir su problema, como si se tratara de sinónimos, pero en realidad son distintos entre sí. La principal diferencia entre estos radica en su origen.

Alergia alimentaria

Para empezar, veamos qué ocasiona una alergia alimentaria. Todos contamos con un sistema inmune cuya función consiste en identificar y atacar a los microorganismos causantes de enfermedades.

Por lo general, el primer contacto entre una sustancia y el sistema inmunitario sirve para reconocerla y catalogarla. Si el organismo determina que se trata de un compuesto hostil, lo atacará la próxima vez que se encuentre con él. Cuando el enfrentamiento se produce, el cuerpo actúa rápidamente ante lo que considera un riesgo inminente. En cuestión de minutos, los glóbulos blancos producen anticuerpos (conocidos como inmunoglobulinas) que rodean el alimento con el fin de neutralizarlo. A continuación, se libera histamina, un químico proinflamatorio causante de las reacciones alérgicas.

El problema radica cuando, por razones que no han sido plenamente identificadas, el organismo cree que ciertos componentes provechosos de los alimentos constituyen una amenaza. Irónicamente, un mecanismo concebido para defender al resto del organismo de los peligros procedentes del exterior podría terminar siendo el principal responsable de su colapso.

Inflamación alimentaria

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El sistema inmune también está implicado en la afección conocida como inflamación pero en este caso no se trata de una reacción inmediata que surja al primer contacto con el alimento en cuestión. El paciente desarrolla esa inflamación con el tiempo debido a que consume un determinado grupo de alimentos en cantidad excesiva o porque su cuerpo ha superado el umbral de aceptación al mismo. Al ser un estado que se desarrolla con el tiempo y no una respuesta inmune inmediata estamos hablando de un problema reversible.

Se ha demostrado que unos niveles elevados de las citoquinas inflamatorias BAFF y PAF demuestran que estamos ante un organismo inflamado debido a ciertos grupos alimenticios. El diagnóstico de qué grupos son los que la están provocando es primordial para curarla mediante la propia alimentación.

La reintroducción gradual de los alimentos hará que el organismo vuelva a asimilarlos de manera natural y sin provocar los síntomas de malestar que afectaban al paciente.

Cabe destacar que la inflamación alimentaria es mucho menos grave que una alergia o intolerancia pero es cierto que puede llegar a suponer todo un problema para la persona que la sufra, además de afectar a enfermedades ya presentes en el cuerpo.

Intolerancia alimentaria

Las causas de la intolerancia se originan en el sistema digestivo, más bien que en el inmunitario. Esta es la principal diferencia con respecto a los dos trastornos previamente mencionados.

Particularmente, la intolerancia se produce debido a la ausencia de enzimas, moléculas proteicas que se encargan, entre otras cosas de descomponer los alimentos. En cuanto a los síntomas, la intolerancia también se manifiesta de formas que nos recuerdan a los de la inflamación y los menos letales de la alergia.

Actualmente se han identificado dos tipos de intolerancia: a la lactosa y al gluten. De hecho en el caso de esta última estamos hablando de una enfermedad autoinmune cuyo factor exógeno principal es este agente. La ausencia o escasez de la enzima lactasa permite descomponer la leche y sus derivados en elementos aprovechables por el organismo. Por su parte, aunque no existe una explicación concluyente, es bien sabido que el sistema digestivo de mucha gente tiene problemas para procesar el gluten, un conjunto de proteínas presentes en cereales como la avena, la cebada, el centeno y el trigo.

Abstenerse de ciertos alimentos, consumirlos en muy pequeñas porciones (solo en casos específicos) o buscar sustitutos son las principales medidas para lidiar con la intolerancia alimentaria.

Test de inflamación alimentaria Biomarkers

Además de las diferencias en cuanto a su origen y en cuanto a ciertos síntomas, cada dolencia se diagnostica y se trata de manera distinta. Asimismo, la alergia y la intolerancia se pueden controlar, mas no curar. Sin embargo, sí existe un remedio para la inflamación, el sistema Biomarkers, que es capaz de detectar el origen de esta así como el tratamiento más adecuado.

A fin de definir qué grupos de alimentos ocasionan inflamación, el paciente se somete al Test de Inflamación Alimentaria Biomarkers. Un pequeño pinchazo en el dedo basta para obtener la cantidad de sangre necesaria para la realización del estudio. La muestra es analizada por un equipo de expertos, quienes miden la reacción de dos tipos de proteínas sanguíneas inflamatorias. Los resultados del estudio se presentan en un informe.

Si el examen indica que, efectivamente, sufres de inflamación ocasionada por ciertos grupos de alimentos, entonces se elabora un plan personalizado. No hablamos de una dieta de eliminación en la que varios alimentos están prohibidos, más bien se trata de un programa que ayuda al organismo a recuperar la capacidad de procesar toda clase de comida reintroduciendo los alimentos de manera progresiva.

Queda claro que es sumamente importante determinar bien qué problema es el causante de las molestias que sientes después de comer. Lo que piensas que es una implacable alergia podría tratarse de una reversible y tratable inflamación alimentaria.

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