Varicela, todo lo que debes saber

¿Qué es la varicela?

La varicela es una infección causada por el virus varicela zóster (VVZ). Aunque no suele revestir gravedad en los niños, es una enfermedad muy contagiosa y, en algunos grupos de personas, como adolescentes y adultos, puede llegar a tener consecuencias graves.

Se trata de una infección habitual en la infancia y se caracteriza por la aparición en la piel de granos rosas(pápulas) que rápidamente se van transformando en pequeñas ampollas llenas de líquido (vesículas) y que producen un intenso picor. A los cuatro o cinco días, aproximadamente, las ampollas se secan y se convierten en costras. Durante unos días, las lesiones aparecen por oleadas en sucesivos brotes, por lo que un mismo paciente puede presentar a la vez lesiones en distintas fases: pápulas, vesículas y costras. Este patrón  de aparición se conoce como “cielo estrellado” y es característico de esta enfermedad.

La varicela suele prolongarse de una a dos semanas y también puede causar fiebre y malestar. Antes de que estuviera disponible la vacuna, casi todas las personas la contraían durante su infancia.


¿A quién afecta?

La varicela es una enfermedad presente en todo el mundo, cuya incidencia suele estar relacionada con la tasa de nacimientos en cada país, ya que –y sobre todo en climas templados-, es una enfermedad prototípica de la niñez: de acuerdo a datos del departamento de Salud de Nueva York, el 90% de los casos ocurre en personas menores de diez años.

Según la Asociación Española de Pediatría (AEPED), su incidencia mundial se estima en 60 millones de casos al año, de los que 57 millones corresponderían a niños y 3 millones, a adultos. Como en el resto del mundo, en España, la varicela afecta también principalmente a niños, pero se debe ser especialmente cauteloso si afecta a un adolescente mayor de 15 años o a un adulto.


¿Cómo y cuándo se contagia?

Como hemos dicho, la varicela es muy contagiosa. Las personas que la padecen transmiten con facilidad el virus varicela zóster a las no vacunadas o que nunca antes han padecido la enfermedad. De hecho, según la AEPD, tras un contacto intrafamiliar con una persona infectada, el 96% de los sujetos susceptibles desarrollan la enfermedad en un mes.

El contagio puede suceder desde uno hasta tres días antes del brote del sarpullido y hasta que se hayan formado las costras (que suele ser entre cinco y siete días más tarde). Esto dificulta la detección precoz del contagio, ya que una persona puede contagiar a otras sin haber manifestado aún la erupción característica. Posteriormente, pueden transcurrir de diez a veintiún días hasta que la persona infectada desarrolle síntomas.

La transmisión puede tener lugar de diversas maneras:

  • Contacto directo con las pequeñas ampollas que contienen el virus: estas pueden ser producto de la varicela o del herpes zóster (otra forma de manifestarse del mismo virus, y  conocida popularmente como “culebrilla”). El poder de contagio de este es menor que el de la varicela clásica, pero aun así debe extremarse el cuidado.
  • Por medio de las secreciones respiratorias: cuando alguien sano inhala las minúsculas gotitas que llegan al aire al respirar o hablar una persona con varicela.
  • Transmisión de la madre al feto: cuando la mujer padece varicela durante el primer o segundo trimestre del embarazo, hay un riesgo de padecer la llamada varicela congénita, que puede dar lugar a malformaciones y cicatrices en las extremidades del feto, ceguera y alteraciones del sistema nervioso central y que puede resultar mortal para el feto hasta en el 30% de los casos. Cuando la enfermedad materna se contrae en los días previos y/o inmediatamente posteriores al parto, también puede afectar al recién nacido, que podría padecer varicela postnatal. Ambas son situaciones graves, que requieren medidas específicas y especializadas.

Normalmente, quienes han sufrido varicela quedan inmunizados contra ella, si bien, en raras excepciones, algunas personas la llegan a contraer de nuevo, por pérdida de dicha inmunidad.


¿Cuáles son los síntomas de la varicela?

La intensidad de los síntomas varía de un enfermo a otro, aunque habitualmente es una enfermedad leve. Por lo general, el periodo de incubación de la varicela dura de una a tres semanas. Los síntomas típicos son:

  • Sarpullido: que aparece primero en la cara, el pecho y la espalda. Estas lesiones no se llegan a juntar unas con otras como en otras enfermedades típicas de la infancia, como el sarampión, aunque ocasionalmente pueden confluir en forma de racimos. No suele afectar por lo general a manos y pies.
  • Casi inmediatamente, los granitos se convierten en pequeñas vesículas (ampollas) rellenas de líquido, hasta forma una erupción, que se extiende por el resto del cuerpo, incluidos el cuero cabelludo, el interior de la boca, las orejas, los párpados y el área genital.
  • La erupción suele producir una comezón muy intensa, lo cual provoca que el paciente (habitualmente un niño) se rasque. Sin embargo, es importante que no lo haga para evitar que queden cicatrices.
  • A las veinticuatro horas, las vesículas se suelen romper y después se acaban secando y transformando en costras. No obstante, pueden seguir formándose nuevas ampollas hasta el séptimo día. Al cabo de una semana, todas deberían estar cubiertas de costras y ya en proceso de cicatrización. Estas costras no suelen caerse por completo hasta una o dos semanas después.
  • Otros síntomas habituales son: fiebre, que puede ser moderada, elevada o no aparecer; fatigamalestar general, ausencia de apetito y dolor abdominal o de cabeza. Estos síntomas pueden preceder en uno o dos días a la aparición de las lesiones en la piel.

En el caso de los niños que ya han sido vacunados, la enfermedad puede presentarse de forma leve o ser asintomática. De hecho, en ocasiones, la varicela no presenta síntomas en algunos niños.


¿Qué complicaciones puede tener?

Aunque no son muy frecuentes, la varicela puede presentar complicaciones. En este sentido, existen varios colectivos que corren mayor riesgo:

  • Niños menores de un año y los mayores de 15.
  • Personas con el sistema inmunológico debilitado (pacientes de cáncer, VIH o que hayan sufrido un trasplante).
  • Recién nacidos (bebés menores de un mes) cuyas madres no están inmunizadas y han tenido la infección entre los 5 días previos al parto y las 48 horas posteriores. Estos bebés pueden padecer una variante más severa y prolongada de la enfermedad, que puede llegar a ser mortal.
  • Embarazadas: no solo por la potencial afectación del feto, sino porque conlleva un mayor riesgo de complicaciones para la madre, por ejemplo, mayor riesgo de neumonía.

Respecto a las complicaciones, podemos hablar de:

  • Sobreinfección de las ampollas en la piel: debido a la acción de determinadas bacterias. Esta infección se manifiesta con un aumento de la fiebre o por el enrojecimiento o aparición de dolor alrededor de las lesiones, y es la principal causa de hospitalización o atención ambulatoria en casos de varicela. También puede acabar produciendo cicatrices.
  • Otras posibles complicaciones menos frecuentes no relacionadas con la piel son la neumonía, la encefalitis (inflamación del cerebro) y la ataxia cerebelosa.
  • Raramente, pueden desarrollarse también meningitis, miocarditis (afectación del músculo cardíaco) y hepatitis, entre otras dolencias en diferentes órganos y sistemas corporales.
  • Otra complicación poco común es el síndrome de Reye, una enfermedad que puede afectar seriamente al cerebro y el hígado y también ser mortal.
  • Tras sufrir la enfermedad, el virus varicela zóster (VVZ) permanece latente en el organismo y en algunos casos –generalmente después de los 60 años- puede reactivarse y producir el herpes zóster. Se trata de una erupción dolorosa en la piel, que suele curarse por sí sola.
  • De padecerse en el embarazo, especialmente en el primer trimestre, puede originar malformaciones graves e incluso la pérdida del feto.

¿Cómo se trata la varicela?

Normalmente, el paciente se recupera sin complicaciones. El tratamiento es sintomático o, lo que es lo mismo, enfocado al alivio de los síntomas:

  • Para mitigar el picor y evitar el rascado, puede recurrirse a los antihistamínicos sedantes, siempre bajo consejo médico.
  • La fiebre puede tratarse con antitérmicos como el paracetamol, pero debe evitarse el consumo de aspirina e ibuprofeno.
  • El uso de antivirales solo está recomendado en el caso de complicaciones o en enfermos de mayor riesgo. Para que sea efectivo, su administración debe iniciarse dentro de las primeras veinticuatro horas tras el comienzo de la erupción. Normalmente, no se prescriben a niños que no padezcan otra enfermedad.
  • En el caso de sobreinfección bacteriana de las lesiones, puede ser necesaria la administración de antibióticos.

¿Puede prevenirse la varicela?

La mejor forma de prevenir la varicela es mediante la vacunación. La mayoría de las personas vacunadas no desarrollan la enfermedad o, en el caso de hacerlo, los síntomas son muy leves. En los niños, desde el año 2016, está incluida en el calendario vacunal. Si perteneces a un grupo de riesgo y/o crees no haber pasado la enfermedad, consulta con tu médico acerca de la conveniencia de vacunarte.

Diez recomendaciones para aliviar los síntomas de la varicela

Las siguientes precauciones te ayudarán a evitar o, al menos, hacer un poco más llevadera la enfermedad a ti o a tu hijo, así como a evitar su contagio:

  • 1. Vacuna a tu hijo y vacúnate tú.
    Pregunta a tu pediatra en función de la edad y circunstancias particulares del menor y también consulta cómo vacunarte tú si no lo hiciste en tu infancia. Es la única manera de reducir el riesgo de contraer varicela, una enfermedad muy común en los niños, pero que puede originar complicaciones graves de aparecer en la edad adulta, especialmente en algunos grupos de población específicos.
  • 2. Recurre a los baños diarios con agua tibia y poco jabón.
    Mantener una higiene adecuada es clave para mantener las infecciones a raya. Después, realiza un buen aclarado y seca sin frotar, para no empeorar las lesiones. Por último, aplica un buen humectante y calmante sobre la piel.
  • 3. Intenta evitar el rascado.
    Puedes refrescar la piel del paciente (sea niño o adulto) con compresas frías y húmedas aplicadas en las zonas que más piquen. Los baños en agua de avena coloidal o aplicar loción de calamina también pueden ser muy útiles.
  • 4. No apliques pomadas o talco.
    Estos productos no alivian ni ayudan a la evolución de las lesiones en la piel. Además, si existe fiebre, no recurras a la aspirina y sé cuidadoso con el ibuprofeno, especialmente si aparecen lesiones cutáneas asociadas a la fiebre.
  • 5. Mantén sus uñas cortas y limpias.
    De esta manera, evitarás que se dañe la piel cuando se rasque y prevendrás posibles infecciones.
  • 6. Procura mantener el ambiente fresco.
    El calor, la humedad y el sudor pueden volver más intenso el picor que provocan los granos y vesículas.
  • 7. Utiliza ropa de cama fresca, suave y holgada.
    Permitirá a la piel mantenerse aireada, y reducirá la transpiración. Evita la ropa áspera, sobre todo de lana.
  • 8. Evita la exposición al sol.
    Hasta que las lesiones hayan desaparecido por completo. El sol favorece la aparición de manchas oscuras durante el proceso de cicatrización.
  • 9. Mejor comer ligero y beber muchos líquidos.
    Ante la pérdida de apetito en estos días, ofrécele al niño comidas no muy pesadas y haz que beba líquidos, con más razón si tiene fiebre.
  • 10. Toma precauciones para evitar contagiar a otros.
    Si tu hijo está enfermo, evita que tenga contacto con recién nacidos, mujeres embarazadas, personas cuyo sistema inmunitario esté debilitado o que no se hayan vacunado contra la varicela. No lo mandes a la escuela infantil o colegio (o vuelvas tú al trabajo, en caso de que seas tú el enfermo, no así si has estado cuidándole pero no te has contagiado) hasta que todas las ampollas hayan formado costra o se hayan secado –normalmente, una semana después del inicio de la enfermedad-.

¿Cómo afectan tus emociones a tu salud ocular?

Si estás pasando por una mala racha emocional, es posible que las molestias del ojo seco se agraven. Sigue leyendo y descubre qué relación pueden tener los ojos secos con trastornos como la ansiedad y el estrés, y qué puedes hacer para aliviarlo.

 

 

¿Has oído eso de que los ojos son el espejo del alma? ¡Pues no es sólo una bonita metáfora! Las molestias en tu vista pueden reflejar problemas cuyo origen esté en tu mente. Por eso, aunque las causas del ojo seco suelen estar relacionadas con multitud de factores fisiológicos y del entorno, las situaciones de estrés o ansiedad pueden agravar sus síntomas.

 Los ojos y las emociones: ansiedad y estrés

 

Los ojos secos y la ansiedad pueden estar relacionados. La ansiedad es una respuesta natural ante determinadas situaciones, pero cuando se presenta en momentos inadecuados o es demasiado intensa y duradera, pasa a ser un trastorno que puede llegar a tener efectos en otros ámbitos de la salud, como la ocular. 

 

Durante cuadros de ansiedad prolongados, muchos pacientes muestran síntomas del ojo seco. Además, la medicación utilizada para tratar este problema puede producir sequedad ocular como efecto secundario.

Las situaciones de estrés prolongadas también afectan a la salud de nuestros ojos. De hecho, según el Centro Oftalmológico Barraquer, el estrés negativo durante la pandemia ha hecho que aumenten las patologías oculares en un 15%.

 

El estrés asociado al trabajo suele hacer que pasemos demasiadas horas frente a pantallas, y que no tomemos los suficientes descansos para que los ojos regeneren la película lagrimal. Esto causa inflamación y sequedad en la zona ocular, que se manifiesta a través de los síntomas del ojo seco: picor, escozor, ojos rojos, sensación de cuerpo extraño…

¿Qué hacer si tienes ojo seco relacionado con el estrés o la ansiedad? 

 

Los problemas en los ojos y las emociones pueden estar muy unidos. Pero aunque las causas de tu ojo seco sean emocionales, se debe tratar cada problema por separado. Si sufres de ojos secos y tienes ansiedad o estrés, lo mejor es consultar a un profesional que te ayude a adquirir las herramientas necesarias para cuidar tu salud mental. 

Además, es importante que tomes consciencia de la necesidad de cuidar tu estilo de vida para cuidar tu salud. Llevar hábitos de vida sanos, descansar, seguir una dieta equilibrada o tomarte tiempo para desconectar del trabajo, son algunos de los consejos que te ayudarán a reducir los problemas emocionales y, como consecuencia, a mejorar tu salud ocular. 

 

Muchas veces, las molestias derivadas de la sequedad ocular potencian el sentimiento de estrés o la ansiedad, lo que crea una especie de círculo vicioso que agrava los síntomas del ojo seco. Cuidar tus ojos y librarte de esas molestias te puede ayudar a salir de ese bucle. Para ello es muy importante que mantengas tus ojos bien limpios e hidratados. Puedes utilizar gotas para los ojos secos con alta concentración de ácido hialurónico y sin conservantes, que te ayudarán a restaurar la película lagrimal. 

 

Para evitar el estrés visual provocado por una excesiva exposición a pantallas, puedes echarle un vistazo a estos consejos sobre sequedad ocular y pantallas.

No dudes en consultar a tu oftalmólogo ante cualquier problema en tus ojos, pues será quien mejor puede diagnosticarte y ayudarte a mejorar tu bienestar ocular.

Protege tu verano

Claves para la correcta protección frente al sol

Con la llegada del verano se abre el debate sobre los mitos y las falsas creencias en torno a los protectores solares, lo que provoca cierto grado de desconcierto al no saber si estamos utilizando bien los fotoprotectores. El Doctor Gabriel Serrano, dermatólogo y presidente de Laboratorios Sesderma, da las claves para conocer qué hay detrás de los famosos mitos y la correcta protección frente al sol:

¿Utilizando crema solar no nos ponemos morenos?

Existe el mito que dice que si utilizamos protector solar no nos broncearemos igual que si no utilizáramos. Ponernos morenos significa que nuestra piel se está protegiendo ante las agresiones producidas por las radiaciones solares produciendo melanina. Es cierto que utilizando protección solar nos quemamos con menor facilidad porque estamos protegidos y nuestra piel no sufrirá. El bronceado utilizando protector solar será más paulatino y, definitivamente, mucho más saludable.

¿Cuántas veces hay que aplicarse la crema?

Otro de los mitos es que con una sola aplicación de protector solar es suficiente para el día entero, pero la realidad es que esto no es así. Tenemos que tener en cuenta que tanto el agua como el sudor van a hacer que perdamos efectos, y además el protector solar se irá absorbiendo por la piel, por lo que es necesario reaplicar. En general se recomienda reaplicar el protector solar cada 2 horas. En caso de habernos bañado, una vez nos hayamos secado, se debe volver a aplicar el protector solar, ya que por el agua, la arena o el contacto con la toalla se ha perdido parte de la protección.

¿Es la ropa una ayuda para evitar la radiación solar?

Además de los fotoprotectores, la ropa es una excelente medida para la correcta protección frente al sol, porque cubre la piel. El uso de sombreros, gorras y gafas de sol con filtros solares ayudan a evitar el contacto directo de nuestra piel con el sol.

¿Qué significan los números de los protectores solares?

Los números 15, 20, 30, 50 indican el SPF (Factor de Protección Solar), es decir, el nivel de fotoprotección de un cosmético. Este es el índice numérico que nos indica el tiempo que podremos permanecer expuestos al sol sin riesgo de quemaduras (efectividad para bloquear la radiación UVB).  Por ejemplo, en el caso de una piel clara con una resistencia natural al sol de 10 minutos, si aplicamos REPASKIN SPF 30, significa que la piel va a estar protegida del sol 300 minutos, pues los 10 minutos se multiplican por el índice 30 en este caso (10 x 30 = 300 minutos).

¿Cuándo aplicar la crema solar para no quemarnos?

Para llevar a cabo una correcta protección frente al sol, aplicaremos la protección solar, al menos 30 minutos antes de salir de casa, tiempo aproximado para que los filtros hagan su efecto.

¿Cuánta cantidad hay que ponerse?

En este sentido no hay que escatimar. Igual que es importante aplicarse la crema solar con tiempo suficiente, cada aplicación debe ser generosa, prestando especial cuidado a las zonas más sensibles. Y cada vez que haya que repetir el proceso, no vale con una fina capa, deberá ser la misma cantidad que la que nos pusimos la primera vez.

¿La mascarilla protege frente al sol?

La mascarilla en ningún caso nos va a proteger de los rayos solares y es por eso que debemos seguir utilizando protección en todas las partes del cuerpo. Aunque vayamos a tener esa zona cubierta, se deben seguir las mismas recomendaciones que en el resto del cuerpo: aplicar protector solar facial como REPASKIN Fluido Invisible SPF 50 siempre antes de salir de casa, renovar su aplicación cada vez que nos la quitemos ya que la mascarilla se puede llevar parte de la crema solar, así como evitar la exposición solar en las horas centrales del día.

¿Cómo se deben conservar las cremas solares?

Muchas veces no le prestamos atención a la conservación de las cremas durante el verano, y se guardan sin cuidado en los neceseres y bolsos. Es importante que cuando termine la jornada de sol, la crema solar quede bien tapada, evitando que la zona del tapón se llene de arena, agua y demás. En ocasiones se deberá limpiar esa zona para que cierren bien y no entren agentes externos que puedan contaminar y deteriorar el producto. Además, no conviene guardarlas en ambientes con temperaturas extremas, por lo que hay que evitar dejarlos a pleno sol para que no se deterioren.

¿Se puede utilizar la crema del año pasado?

Los protectores solares tienen una vida útil de nueve meses, por lo que no se debe utilizar las cremas que nos sobraron del verano pasado. Utilizar cremas caducadas puede generar una reacción en la piel, no nos protegen frente al sol que es el principal motivo de su uso, y hará que aumenten las probabilidades de que nos quememos.

¿Cuánto tiempo se puede estar tomando el sol?

Ante todo hay que tener mucha precaución y respeto a la hora de tomar el sol para evitar enfermedades de la piel. Como solemos recomendar los dermatólogos, hay que evitar las horas centrales del día, llevar siempre protección, y no exponerse más de una o dos horas al día. Además, debemos estar atentos los días nublados, en los que también nos podemos quedar y hay que tener en cuenta el factor de protección.

Mi experiencia con Dormidina.

 


 


«Dormidina es un medicamento sin receta que se utiliza para situaciones ocasionales de insomnio en adultos (no se debe administrar a menores de edad). Se presenta en dos formatos: uno de 25 mg (caja azul) y otro de 12,5 mg (caja rosa), en referencia a la cantidad de Doxilamina que lleva. Cada caja tiene 14 comprimidos, bastante pequeños, son fáciles de tragar; y se encuentra en cualquier farmacia.»
 
DORMIDINA 25 MG 14 COMPRIMIDOS ESTEVE - Farmacia Anna Riba
 

Os pongo en antecedentes en lo que a mi falta de sueño se refiere. Lo que me suele ocurrir no es tanto que tarde en dormirme, sino que me despierto en medio de la noche y ya no vuelvo a quedarme dormida. Es desesperante ver como pasan y pasan las horas y seguir despierta, y ver como esto ocurre noche tras noche. No me ocurre siempre, pero si de vez en cuando y desde que tengo uso de razón. Antes me ponía nerviosa, lo que era peor… Ahora me resigno y me pongo a contar ovejas.

Como os podréis imaginar he probado de todo: valerinas, infusiones y hierbas de todo tipo (prácticamente ninguna me hace efecto), a hacer deporte, el yoga, el reiki (este no me ha ido mal del todo…), la melatonina, no leer en la cama, no usar pantallas antes de ir a dormir, dejar la cafeína… También pastillas con receta médica. Estas si funcionan, son estupendas, se descansa muy bien, son fáciles… pero crean dependencia.

En fin, al margen de estas últimas, las cuales me encantaría tener siempre en casa para momentos desesperados (algo que debería hablar con mi médico por cierto), me faltaba por probar Dormidina.

 

Empecé probado la azul, la fuerte (que yo me conozco y el insomnio que yo tengo es puñetero). Una hora y pico antes de ir a dormir, después de cenar, me la tomo, y ya en el sofá voy notando que me hace efecto. Así que sí, me duermo bien, tranquilamente, si me despierto vuelvo a quedarme dormida… Hasta aquí todo bien. Solo que quizás sea algo fuerte para mi y decido probar con las de la caja rosita que son la mitad de potentes.
 
Dormidina 12.5 Mg 14 Comprimidos Recubiertos

Tras aguantar un par de cajas de la azul compré la rosa. En este caso el efecto al día siguiente es casi inexistente, no hay sensación de torpeza, pero el efecto durante la noche no es tan bueno: a veces creo que necesito las azules…

No tomo Dormidina todas las noches, ni debe hacerse: la utilizo cuando llevo muchos días sin dormir en condiciones, y mi cuerpo y sobre todo mi mente empiezan a necesitarlo; y a veces cuando duermo fuera de casa.

 

No quiero incitar a nadie a tomar Dormidina, creo que está bien de manera ocasional y siempre que uses las adecuadas para ti. Y si su uso se alarga en el tiempo lo que hay que hacer es consultar a un médico para poner remedio adecuado a cada persona o cada situación. Y por supuesto antes de tomarla asegurarse de leer bien el prospecto, en el que viene toda la información, como usarlo, contraindicaciones…

Espero que mi experiencia os de una idea de lo qué es, y cómo se usa y sus beneficios.

El ABC de las vitaminas: ¿para qué sirve cada una?

 

 

Las vitaminas son nutrientes que nuestro organismo no puede fabricar por sí mismo, pero que son esenciales para su buen funcionamiento.

Existen 13 vitaminas que se dividen en dos grupos:

  • Vitaminas liposolubles: Estas vitaminas se almacenan en el tejido graso de nuestro organismo y también en el hígado. Su consumo en exceso puede ser perjudicial, precisamente porque las almacenamos. Las cuatro vitaminas liposolubles son A, D, E y K.
  • Vitaminas hidrosolubles: Estas vitaminas se disuelven en el agua y el organismo no puede almacenarlas, por lo que su aporte diario a través de la alimentación es indispensable. Las vitaminas hidrosolubles son C, B1, B2, B3, B5 , B6 (piridoxina), B9,  B12 y H .
El ABC de las vitaminas
FUNCIONES DE LA VITAMINA A (RETINOL): ayuda a la formación y mantenimieno de dientes, tejidos óseos y blandos, cabellos, membranas mucosas y piel. También interviene en la conservación de la visión nocturna y ayuda a la liberación de energía de los nutrientes. Además, estimula la producción de hormonas. El retinol se produce en el organismo a base del BETACAROTENO presente en las verduras y frutas de color rojo, naranja o amarillo así como en los vegetales de hoja verde oscuro.
 
El ABC de las vitaminas
FUNCIONES DE LA VITAMINA B1 (TIAMINA): controla las enzimas que intervienen en la estimulación de las reacciones químicas que convierten la glucosa (azúcar) en energía y fomentan la producción de la energía necesaria para el funcionamiento de los nervios, músculos y corazón. La vitamina B1 puede encontrarse en los cereales integrales y sus derivados (pan integral, pasta integral, etc.) y en el salvado.
 
El ABC de las vitaminas
FUNCIONES DE LA VITAMINA B2 (RIBOFLAVINA): junto con otras vitaminas del complejo B, la vitamina B2 promueve el crecimiento salusable y la reparación de los tejidos. También ayuda a liberar la energía de los carbohidratos ingeridos. La vitamina B2 se encuentra en muchos alimentos como el queso, verduras de hoja verde, levadura de cerveza, germen de trigo y cereales integrales. Como la vitamina B2 se destruye con la luz, los alimentos que la contienen se deben almacenar en un sitio oscuro o en envases opacos.
 
El ABC de las vitaminas
FUNCIONES DE LA VITAMINA B3 (NIACINA): ayuda a liberar energía a partir de las grasas y carbohidratos, colabora en las funciones del sistema nervioso y del digestivo, favorece la producción de las hormonas sexuales y ayuda a conservar la piel sana. En cuanto a fuentes vegetales de esta vitamina, fundamentalmente está presente en las alubias secas.
 
5_vitamina_B5
UNCIONES DE LA VITAMINA B5 (ÁCIDO PANTOTÉNICO): contribuye a la asimilación de carbohidratos, proteínas y grasas y es una gran aliada contra el estrés ya que la vitamina B5 sintetiza hormonas antriestrés a partir del colesterol, lo cual también ayuda a la reducción de éste. Entre las fuentes de vitamina B5 están los huevos, levadura, brócoli, tomate, patatas, setas y legumbres.
 
El ABC de las vitaminas
FUNCIONES DE LA VITAMINA B6 (PIRIDOXINA): colabora en la producción de energía a partir de los nutrientes, interviene en la formación de los glóbulos rojos y anticuerpos y contribuye a reforzar el sistema nervioso y el digestivo. La vitamina B6 se encuentra en las legumbres, nueces, huevos, cereales integrales y sus derivados, patatas, plátanos y muchas otras verduras y frutas.
 
El ABC de las vitaminas
FUNCIONES DE LA VITAMINA B9 (ÁCIDO FÓLICO): fomenta la producción del material genético en el interior de las células, necesario para el crecimiento y la formación de tejidos y glóbulos rojos en la médula ósea roja. Además, contribuye a mantener sano el sistema nervioso. Entre las fuentes vegetales de ácido fólico están las legumbres, cítricos, granos de cerales enteros, setas, nueces, guisantes y verduras de hoja verde.
 
El ABC de las vitaminas
FUNCIONES DE LA VITAMINA B12 (COBALAMINA): contribuye a la producción del material genético en el interior de las células y ayuda a mantener en buen estado el sistema nervioso. Es muy importante para el metabolismo. La vitamina B12 sólo se encuentra en alimentos de origen animal, como los huevos y lácteos.
 
El ABC de las vitaminas
FUNCIONES DE LA VITAMINA C (ÁCIDO ASCÓRBICO): conserva las encías, huesos, dientes y vasos sanguíneos en buen estado. Mejora la absorción del hierrro y contribuye a reforzar el sistema inmunitario. Podemos encontrarla en frutas y verduras, especialmente en los cítricos, fresas, fresones, pimientos verdes y patatas. Sin embargo, estos alimentos pierden gran parte de su vitamina C cuando se cocinan.
 
El ABC de las vitaminas
FUNCIONES DE LA VITAMINA D (CALCIFEROL): ayuda a la absorción del calcio de los alimentos y controla el nivel de calcio en sangre para obtener una buena coagulación. La mayor fuente de vitamina D es la luz solar y se absorbe gracias a un proceso químico que tiene lugar en nuestra piel. También se encuentra en los huevos y margarina vegetal.
 
El ABC de las vitaminas
FUNCIONES DE LA VITAMINA E (α-TOCOFEROL): interviene en la formación de los glóbulos rojos, protege los tejidos celulares de los pulmones y otros órganos y retrasa el envejecimiento celular. Podemos encontrar vitamina E en el maíz, nueces, aceitunas, vegetales de hoja verde, aceites vegetales, germen de trigo y alubias secas.
 
El ABC de las vitaminas
FUNCIONES DE LA VITAMINA H (BIOTINA): también conocida como vitamina B7, pertenece al complejo de vitaminas del grupo B. Al igual que el ácido pantoténico (vitamina B5) con el cual trabaja conjuntamente, es una coenzima responsable de numerosos procesos en el organismo como el metabolismo de las proteínas, grasas e hidratos de carbono. Además, contribuye al buen estado de la salud del cabello, uñas y piel. La vitamina H se encuentra en el aguacate, avena, ajo, sésamo y lentejas, pero también es sintetizada por las bacterias intestinales, por lo que no es frecuente su carencia.
 
El ABC de las vitaminas
FUNCIONES DE LA VITAMINA K (FITOMENADIONA): juega un papel importante en la coagulación de la sangre, razón por la que se la conoce también como la vitamina antihemorrágica. La vitamina K está presente en el repollo, coliflor, espinaca, cereales y soja.
 

La información contenida en esta web tiene un carácter informativo, divulgativo y/o comercial. Consulte siempre con su especialista. Es importante seguir una dieta variada y un estilo de vida saludable.

APLICACIONES DE BIO-OIL® ACEITE PARA EL CUIDADO DE LA PIEL (NATURAL)

Estrías, cicatrices, manchas, cuidado global de la piel… Cuatro extraordinarios beneficios que ha convertido a Bio-Oil en un icono del cuidado de la piel en todo el mundo y que este nuevo aceite natural ofrece también.

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Cicatrices – Ayudando a mejorar su aspecto, tanto de las nuevas como de las ya existentes.

Manchas – Mejorando el aspecto de manchas y marcas de pigmentación nuevas y antiguas.

Envejecimiento – Aportando poderosos activos que consiguen hidratar, nutrir, suavizar y tonificar la piel de todo el cuerpo, suponiendo un verdadero “alimento para los tejidos” del rostro y el cuerpo.

RESULTADOS PROBADOS

Este nuevo Bio-Oil® Aceite para el cuidado de la piel (Natural) ha sido igualmente probado por estudios clínicos que atestiguan su eficacia:

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¿BIO-OIL® ACEITE PARA EL CUIDADO DE LA PIEL (NATURAL), BIO-OIL® ACEITE, GEL…?

Sabiendo ahora que los muchos beneficios de la fórmula clásica Bio-Oil y Gel, son compartidos por este nuevo producto con una fórmula 100% natural, puede surgir la duda de cuando, porqué o cual elegir. Bio-Oil Aceite para el cuidado de la piel y Bio-Oil Gel para piel seca, aunque contienen una gran cantidad de ingredientes naturales en su formulación, cuentan también con otros componentes no clasificados como naturales. Esto no quiere decir en ningún caso que alguno de ellos sea en absoluto sospechoso, o que pueda comprometer la salud de la piel. En cambio, Bio-Oil Aceite para el cuidado de la piel (Natural) es 100% natural, solo incluye ingredientes naturales, como garantiza la certificación ISO 16128.

Mismos beneficios, misma seguridad, diferentes fórmulas.

Elegir entre uno u otro es una opción personal, quizás por filosofía de vida si siente mayor atracción por usar productos 100% naturales, quizás porque su sutil y casi imperceptible aroma lo convierte en ideal si los productos perfumados no son lo tuyo, o simplemente no tengas que elegir, sino alternarlos o usar uno u otro en función de la zona a tratar. Por ejemplo, Bio-Oil Aceite para cuidar de zonas extensas del cuerpo, como piernas, brazos y torso, Bio-Oil Gel para zonas especialmente secas como rodillas y codos, y Bio-Oil Natural para el rostro, cuello, escote, antebrazos…

Conócelo, pruébalo, decide y… ¡cuídate!

 

Vacunas Covid: efectos secundarios entre Janssen, Pfizer, Astrazeneca y Moderna

A medida que continúan distribuyéndose las vacunas contra el coronavirus en todo el país, los expertos en salud señalan que antes de vacunarnos debemos comprender algo fundamental: las vacunas pueden causar efectos secundarios. 

Los efectos secundarios son similares para todas las  vacunas y son una señal de que la vacuna está ayudando a crear protección contra la enfermedad.

Estos son los efectos secundarios más comunes que se han reportado:

  • Dolor e hinchazón en el lugar de la inyección
  • Fatiga
  • Dolor de cabeza
  • Escalofríos
  • Fiebre
  • Dolor en los músculos y articulaciones
  • Náuseas
  • Inflamación, erupción o enrojecimiento tardíos en el lugar de la inyección
  • Inflamación de los ganglios linfáticos (generalmente se manifiesta como un bulto en la axila o por encima de la clavícula) 

 

 

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La mayoría de las reacciones son temporales y desaparecen en unos pocos días. Dado que te puedes sentir mal, los expertos recomiendan no hacer grandes planes para los días siguientes a recibir cada dosis de la vacuna. 

Los efectos secundarios son una señal de que la vacuna está surtiendo efecto

Los efectos secundarios de las vacunas no son inusuales. Por ejemplo, la vacuna contra la gripe estacional puede producir fiebre y fatiga, entre otras reacciones.

En cierta forma, estas reacciones leves a moderadas son “algo positivo”, , porque son “una señal de que el sistema inmunitario está respondiendo a la vacuna”. 

Según los expertos, lo importante es evaluar el malestar temporal frente a los beneficios más duraderos: un nivel posiblemente alto de protección contra una enfermedad que ha alterado la vida cotidiana de muchos de nosotros y ha cobrado la vida de más de 2.5 millones de personas en todo el mundo.

Los adultos mayores podrían presentar menos efectos secundarios

Si bien se ha demostrado que las vacunas contra el coronavirus son eficaces en los adultos mayores, las personas de 50 años o más presentan menos efectos secundarios que las personas más jóvenes que reciben la vacuna. 

Solo alrededor del 25% de las personas de 50 a 64 años y el 4% de las personas de 65 a 74 años que recibieron la vacuna de Moderna o la de Pfizer-BioNTech  tuvieron efectos secundarios. Mientras tanto, el 65% de las personas menores de 50 años reportaron una reacción.

Los datos de los ensayos clínicos de la vacuna de Johnson & Johnson mostraron un efecto similar. 

Los investigadores todavía están estudiando el motivo de este fenómeno, pero advierten que probablemente se relacione con la declinación de la respuesta inmunitaria que sucede con la edad. 

Los estudios también indican que la mayoría de las personas experimentan efectos secundarios más intensos después de la segunda dosis de las vacunas de Moderna y de Pfizer. 

Cómo tratar los efectos secundarios

Si bien los efectos secundarios pueden afectar la capacidad para desempeñar las actividades cotidianas, casi todos estos efectos deberían desaparecer por sí solos en unos días. Haz planes para tener suficiente tiempo para descansar durante los días inmediatamente posteriores a recibir cada dosis de la vacuna.

Si tienes dolor o molestias, los médicos advierten que un analgésico de venta libre como un medicamento antiinflamatorio no esteroide te pueden ayudar a sentirte mejor.

“Si la fiebre te produce malestar, tomar un antiinflamatorio no esteroide debería bajar la temperatura”…

Se desaconseja el uso de analgésicos antes de vacunarte “con el fin de prevenir los síntomas posteriores a la vacunación”, así que espera hasta tener efectos secundarios para tomar medicamentos.

Si tienes una reacción tardía en el lugar de la inyección, que por lo general se describe como una erupción, comezón o enrojecimiento que aparece de cinco a diez después de la vacunación, es probable que se trate de una reacción alérgica leve.

Otro efecto secundario que puede durar más de unos pocos días es la inflamación de un ganglio linfático, que puede sentirse como un bulto debajo de la axila o por encima de la clavícula. Esta inflamación no es nociva, pero puede durar algunas semanas. Debería desaparecer por sí sola con el tiempo.

La mascarilla

De todos es sabido que el uso obligatorio de la mascarilla ha traído consigo un problema: la irritación. Y es que las mascarillas más comunes están hechas de materiales poco transpirables y sus bandas elásticas se clavan en la piel. Para que sean efectivas, deben llevarse ajustadas, y su uso prolongado puede llegar a provocar magulladuras, enrojecimientos e irritación. Y ahora que se acerca el verano, pueden resultar hasta agobiantes.

RITUALES SUAVES

Para minimizar estos inconvenientes, lo primero es no ajustarse la mascarilla más de lo necesario y mantener nuestra rutina diaria, tanto de día como de noche, de cuidado de la piel. Solo tenemos que recordar que ahora también es recomendable lavarnos la cara después de usar las mascarillas, ya que el calor y la humedad pueden obstruir los poros y provocarnos granitos y puntos negros.

Puedes usar agua y jabón suave, pero si tienes la piel sensible te recomendamos que utilices agua micelar . Asegúrate de que sea cual sea el limpiador facial que escojas, este contenga componentes calmantes e hidratantes. Incluso puedes concluir tu limpieza habitual con la aplicación de un tónico facial suave para darle una sensación refrescante a tu piel.

Mascarillas, evita irritación en el rostro

UNA BUENA HIDRATACIÓN

Para combatir la irritación también es muy importante mantener tu piel hidratada. Bajo las mascarillas, la piel no respira y se resiente, volviéndose tirante y áspera. Además, no está tan protegida de los rayos del sol como pensamos, y menos después de tantas semanas de confinamiento. Por eso es fundamental que te apliques crema hidratante con protección solar con frecuencia, preferentemente después de cada uso.

MINIMIZA LOS RIESGOS DE LAS MASCARILLAS

Es preferible no utilizar maquillaje sobre la zona que quedará cubierta por la mascarilla, pero si decides usar maquillaje, lo mejor es mantenerlo al mínimo para permitir que tu piel respire. No te olvides tampoco de la protección solar, ya que hemos pasado varias semanas sin disfrutar de la luz natural y nuestra piel está más sensible que nunca.

Mascarillas de tela

Ahora que la mascarilla se ha convertido en un accesorio obligatorio, debes asegurarte de que escoges la más adecuada. Nuestro consejo es que no te olvides de mantenerla limpia y la sustituyas por otra cada vez que notes que se humedece la parte interior.

TODO PARA SER INMUNE

Ciertos signos como herpes labiales, caída del cabello, dificultades en la cicatrización o dolores musculares sin causa aparente pueden ser resultado de una inmunosupresión de bajo grado. El estrés prolongado, dietas inadecuadas o descanso insuficiente pueden ser posibles causas. En este artículo se repasan los nutrientes y alimentos que inciden directamente en el sistema inmunitario.

Un control en los hábitos y condiciones higiénico-sanitarias (dieta equilibrada y suficiente, ejercicio físico, descanso, control del estrés…) puede ayudarnos a reforzar el sistema inmunológico, que nos protege de bacterias, virus y otros organismos patógenos.

La suplementación con nutrientes específicos siempre debe ser revisada por un dietista-nutricionista, ya que los excesos de nutrientes tampoco están exentos de riesgos

Nutrientes implicados en el sistema inmunitario

La EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) reconoce que algunas vitaminas o minerales (cobre, folato, hierro, selenio, zinc o vitaminas A, B6, B12, C y D, entre otros…) participan en el correcto funcionamiento del sistema inmunitario (tabla 1).

Sin embargo, esto no significa que un aporte extra de los mismos mejore la inmunidad, ni que existan en la población deficiencias de estos nutrientes.

En el caso de la vitamina A, por ejemplo, una dieta equilibrada cubre los requerimientos del organismo. En el caso del cobre, por ejemplo, se establece que en la población europea no existe una ingesta inadecuada de cobre que conduzca a un mal funcionamiento del sistema inmunitario.

Ante una situación de clara deficiencia de un nutriente implicado en el sistema inmunitario, tomarlo puede tener un efecto en la respuesta inmune. Pero la ingesta suplementaria no tiene ningún efecto si no existe ninguna deficiencia. Ingerir mucha vitamina C solo mejora el sistema inmunitario en el caso de que haya una carencia, algo muy poco frecuente en España.

 

Por otro lado, la suplementación con nutrientes específicos, en cualquier caso, siempre debe ser revisada por un dietista-nutricionista, ya que los excesos de nutrientes no están exentos de riesgos.

Los probióticos son organismos vivos que, administrados por vía oral en las cantidades adecuadas, son beneficiosos para la salud del hospedador

Recomendaciones higiénico-dietéticas para mejorar el sistema inmunitario

En la tabla 2 se enumeran las recomendaciones para mejorar la capacidad del sistema inmunitario y hacer frente a las agresiones externas. Este listado incluye todos los aspectos probados científicamente que mejoran la actuación de dicho sistema para proteger a nuestro organismo.

Probióticos

Los probióticos son organismos vivos que, administrados por vía oral en las cantidades adecuadas, son beneficiosos para la salud del hospedador. Aunque sus beneficios son muy amplios, vamos a centrarnos en describir las funciones que estos prebióticos pueden ejercer sobre el sistema inmunitario.

• Actividad sobre la modulación del sistema inmunitario

Son capaces de actuar sobre la inmunidad innata y la adquirida y pueden incluso proteger al organismo frente a infecciones y procesos de inflamación crónica como la enfermedad de Crohn.

Las células epiteliales y las células del sistema inmune innato poseen receptores celulares capaces de discriminar entre la microbiota comensal y la patógena, induciendo la síntesis de distintos mediadores de la respuesta inmune innata como las citoquinas y favorecer respuestas adaptativas destinadas a combatir a los patógenos.

• Alergias

Existen una serie de procesos alérgicos (dermatitis atópica, rinoconjuntivitis y asma) en los que se han demostrado que algunas cepas probióticas pueden mejorar la manifestación de los síntomas. Sin embargo, son necesarios más estudios para demostrar los efectos beneficiosos de los probióticos en este campo.

Dermatitis atópica. Algunos estudios avalan el uso de L.rhamnosus GG sobre la dermatitis atópica. Hay estudios que demuestran que administrando esta cepa durante el embarazo se reduce a la mitad la frecuencia de dermatitis atópica.

Rinitis alérgica y asma. Algunas cepas de Bifidobacterium longum, L. acidophilus y L. casei han demostrado ser eficaces en algunos casos para reducir la severidad de los síntomas.

• Infecciones respiratorias

Algunas cepas de probióticos (como los Lactobacillus) según algunos estudios podrían reducir la incidencia de afecciones respiratorias. En otros estudios se habla de la disminución de la severidad de los síntomas. Otros trabajos hacen referencia a procesos de otitis, sobre todo en niños.

Existen una serie de procesos alérgicos (dermatitis atópica, rinoconjuntivitis y asma) en los que se han demostrado que algunas cepas probióticas pueden mejorar la manifestación de los síntomas

Alimentos funcionales

Son los que contienen algún nutriente o sustancia que, además de nutrir, proporciona un efecto beneficioso para la salud y, por tanto, una mejor calidad de vida. Es importante indicar que no son suplementos dietéticos.

Los alimentos funcionales deben cumplir unos requisitos fundamentales para su denominación, desarrollo y comercialización que están regulados por la Unión Europea en el Reglamento (CE) Nº 1924/2006 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 20 de diciembre de 2006, relativo a las declaraciones nutricionales y de propiedades saludables en los alimentos (tabla 3):

Los alimentos funcionales pueden actuar a varios niveles:

 modifican y equilibran la microflora del colon

 crean inmunidad a ciertos agentes patógenos y regulan el tránsito intestinal

 contribuyen a reducir el riesgo de enfermedades en el sistema cardiovascular

 mejoran la resistencia a la insulina, proporcionan un rendimiento óptimo de la actividad física y mantienen el control del peso y la grasa corporal

 están implicados en el control de la toxicidad provocada por los contaminantes químicos presentes en los alimentos

 están recomendados en la mujer embarazada porque ayudan al desarrollo del feto y al crecimiento del bebé en los primeros años de vida

 regulan el estrés emocional

 reducen el apetito

Unos de los alimentos funcionales más conocidos y a los que se les atribuyen acciones sobre la inmunidad son los que aportan pro y prebióticos. Recordemos que para que un probiótico ejerza su acción beneficiosa sobre la salud:

 Se debe consumir la cepa indicada, en la dosis adecuada (109 – 1010 UFC/ día, para asegurar una correcta colonización del intestino (este aporte tan solo es posible a través de complementos dietéticos y no de alimentos funcionales).

 La bacteria debe mantenerse activa en el producto donde se incorpore (atención al procesado y almacenamiento, condiciones de temperatura, etc.).

 Debe sobrevivir al paso por el tracto gastrointestinal (la protección de la bacteria a través de microencapsulado, por ejemplo, es posible en complementos dietéticos).

 El probiótico debe mantenerse funcionalmente activo en el intestino para ejercer su acción.

Por todo ello, conviene ser muy cautos a la hora de realizar afirmaciones de salud respecto a estos alimentos y estar atentos con la publicidad que, a veces, puede resultar engañosa.

Publicidad engañosa

Algunas veces aparecen en los medios de comunicación noticias que relacionan alimentos e inmunidad con poca base científica. De hecho, se considera que el 20% de las declaraciones relacionadas con la pérdida de peso y con la inmunidad que acompañan a suplementos dietéticos son un fraude.

Los suplementos dietéticos que incluyen promesas sobre pérdida de peso y sobre la inmunidad suponen un segmento en alto crecimiento. Pues bien, el riesgo es que algunos consumidores intenten sustituir los tratamientos médicos acreditados por estos suplementos dietéticos.

Aún así, es posible encontrar hoy en el mercado europeo complementos con declaraciones que también vulneran los dictámenes de la EFSA.

Estrés y sistema inmunitario

El estrés se produce cuando los episodios de la vida, ya sean de orden físico o psíquico, superan nuestra capacidad para afrontarlos. Aunque esto puede afectar a todos los órganos y funciones orgánicas, sus efectos se concentran sobre el corazón y sistema cardiovascular, que se ve obligado a trabajar de forma forzada, y sobre el sistema inmunitario, que reduce su efectividad, lo que provoca una disminución en el sistema inmunitario.

Cortisol y estrés

Cuando existe una circunstancia que el organismo interpreta que es peligrosa, las glándulas suprarrenales secretan cortisol. Esta hormona permite a forzar la partició nuestro cuerpo afrontar la situación de excepcionalidad. Si esto ocurre de manera puntual, una vez normalizada la situación de peligro, se normalizan los niveles. Pero si el estrés se cronifica en el tiempo, el cortisol puede provocar efectos perjudiciales en el sistema inmunitario, favoreciendo una mayor predisposición a enfermar.

Mecanismo de acción

El cortisol puede debilitar la actividad del sistema inmune evitando la proliferación de células T. El cortisol transforma a las células T productoras de interleucina-2, insensibles a la interleucina-1 (IL-1) e incapaces de producir el factor de crecimiento de las células T. El cortisol también tiene un efecto negativo sobre la interleucina-1. Las células NK (Natural Killer), en cambio, no son afectadas por el cortisol.

El aporte excesivo de energía puede afectar a la capacidad del sistema inmunológico de combatir infecciones, por lo que la obesidad está ligada a una mayor incidencia de enfermedades infecciosas. Además, las personas obesas son más propensas a desarrollar enfermedades cardiovasculares que, a su vez, están relacionadas con alteraciones de la función inmunológica

Recomendaciones desde la oficina de farmacia para reforzar el sistema inmunitario

 Seguir una dieta variada, basada en alimentos frescos y ricos en vitaminas y minerales.  Dormir el suficiente número de horas para favorecer el correcto funcionamiento de nuestro sistema de defensas.  Realizar de forma regular actividad física aeróbica de intensidad moderada (caminar a paso ligero, nadar, bicicleta, etc.).  Aprender a llevar un ritmo de vida más relajado y a evitar el estrés. Cuando la dieta no es equilibrada, cabe la posibilidad de recurrir a complementos dietéticos, teniendo en cuenta que, al mismo tiempo, se deben mejorar progresivamente los hábitos alimentarios.

 Recurrir a las plantas medicinales para ayudar a reforzar la inmunidad (equinácea, tomillo, escaramujo, ajo, hojas de grosello negro, espino amarillo, etc.).

Dieta equilibrada

La ingesta energética tiene una clara influencia en la actividad inmunológica, tanto por exceso como por defecto de calorías.

El aporte excesivo de energía puede afectar a la capacidad del sistema inmunológico de combatir infecciones, por lo que la obesidad está ligada a una mayor incidencia de enfermedades infecciosas. Además, las personas obesas son más propensas a desarrollar enfermedades cardiovasculares que, a su vez, están relacionadas con alteraciones de la función inmunológica.

Por otro lado, las personas desnutridas, por ejemplo las que siguen regímenes de adelgazamiento desequilibrados –o de menos de 1.200 calorías al día–, presentan un mayor riesgo de contraer infecciones, porque las dietas pueden hacer disminuir la función inmunológica.

La reducción de grasas en la dieta resulta fundamental para controlar el peso y también para el óptimo funcionamiento del sistema inmunológico. Parece ser que las dietas ricas en grasa reducen la respuesta inmunológica, aumentando así el riesgo de infecciones. Por lo tanto, si se reduce el contenido de grasa en la dieta, la actividad inmunológica aumenta.

Hay que tener en cuenta que no solo es importante la cantidad; la procedencia o calidad de las grasas que introducimos en nuestra alimentación cotidiana también cuenta. Conviene incluir en nuestra dieta pescado azul, frutos secos, aceite de oliva y girasol o soja o aceite de linaza para asegurar un aporte equilibrado de diferentes grasas esenciales para la salud.

Consumir regularmente productos lácteos fermentados –como yogur o kéfir– también contribuye a aumentar las defensas inmunológicas. De hecho, hay estudios que demuestran que quienes toman regularmente leches fermentadas presentan, además de una mayor resistencia a los microorganismos que provocan las intoxicaciones alimentarias, un mejor estado del sistema inmunológico.

CÓMO MEJORAR LA DIGESTIÓN DESPUÉS DE LAS FIESTAS DE NAVIDAD

Las comidas de Navidad a menudo son más ricas en sal, azúcar, grasas y alcohol de lo que estamos acostumbrados. Esto afecta negativamente a nuestro sistema digestivo y aparecen síntomas como ardor de estómago, digestiones lentas, dolor de estómago, a veces incluso sensación de mareo acompañado de dolor de cabeza y cansancio intenso.

Los alimentos con sabor amargo y ligeramente picante pueden ser de gran ayuda para mejorar la digestión en cualquier momento del año, pero especialmente durante y después de las fiestas de Navidad. Son alimentos que estimulan el hígado y la vesícula biliar como los siguientes:

  • Alcachofa
  • Apio
  • Escarola
  • Ruca
  • Endivia
  • Rábanos
  • Germinados de col
  • Diente de león

Todos ellos estimulan la secreción de enzimas digestivas, por lo que mejoran la digestión y favorecen el tránsito intestinal.

El apio y las endibias tienen también propiedades diuréticas, son especialmente buenos para las personas con hipertensión arterial o retención de líquidos. Se pueden comer crudos, aliñados con una vinagreta de aceite de oliva virgen y limón, o bien se puede hacer un caldo con cebolla y perejil.

 

 

La alcachofa es un gran alimento para el hígado. Estimula la detoxificación hepática y tiene propiedades hepatoprotectoras. Además, es muy rica en fibra prebiótica como la inulina, que favorece el crecimiento de las bacterias intestinales mejorando la salud intestinal.

Las infusiones de té verde con limón son también un gran aliado para el hígado por sus propiedades antioxidantes. Hay que tener presente sin embargo que el té lleva cafeína, que es estimulante y nos hace estar más despiertos, pero también nos puede provocar insomnio si nos lo tomamos por la tarde o hacia el final del día.